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fiesta de gratitud y esperanza. Ahí llegaron hasta el nue– vo obispo las misioneras, catequistas y animadores co– mo la primicia de la Iglesia. Antiguos feligreses de Pifo con su bien labrada talla del Buen Pastor. Líderes cam– pesinos con sus puñados de tierra que juraron defender en justicia; morenos, mestizos, suquitos, ofreciendo ra– mitas de café, petróleo (oro negro dicen, que deja empo– brecida la tierra), cacao; los duros y sabrosos frutos cul– tivados. Santos Dea se adelantó con sus compañeros qui– chuas y ofrendó el báculo y pectoral de durísima chonta incrustada de colmillos de huangana (jabalí), la fastuosa corona de plumas de garza, pava, guacamayo que impu– sieron a Alejandro, atrapado en un aplauso soberano. Por detrás, extrañados en la fiesta y fijos en su ami– go, venían cinco Huaorani temidos en un cercano pasa– do en este poblado de Coca y trayendo ahora la amisto– sa corona de plumón blanquisimo, las fieras lanzas que Araba entregó con su amplia risa de paz definitiva... Y, en fin, fue hermoso que, uniéndose a los Huaora– ni, se adelantara la familia de Alejandro: Felisa, Conchi– ta, Julián Eceiza e Iñaki cuya chapela se unió a la coro– na indígena y cuyos bertsos arrebatados estuvieron, de improviso, rodedaos del canto gutural, salmodiado, in– terminable, de dos mujeres aucas... El corazón no tiene principio ni fin y Alejandro abra– zó largamente a sus dos familias". En la homilía Alejandro habló en castellano, quichua, euskera y huao. Interesa destacar la parte central, dicha en castellano de esta manera: 198 Queridos hermanos todos: Al recibir en este día la plenitud del sacerdocio quisiera abrirme en actitud de humilde servicio hacia todos y cada uno de vosotros que constituís esta iglesia particular de Aguarico; esta abarca el territorio de tres cantones: Cantón Ore/lana. Cantón Aguarico, Cantón Shushufindi; sus gentes for– man un mosaico complejo de grupos étnicos de dife– rentes culturas e idiomas: Los Huaoranis, los Sionas, los Secoyas, los Cofanes, los Shuaras, los Quichuas.

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