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CONOCIENDO por dentro la vida de los indios como el mismo Jesús conocía desde dentro la vida de su pue– blo. Para eso no basta la observación externa; las mani– festaciones externas no son su secreto íntimo. CONVIVIENDO con los indios, como el mismo Jesús pasó durante treinta años; pues solo por la convivencia el conocimiento se toma concreto, vivencia! a partir de su interior, con Ja misma visión con que la tribu conser– va, usa y transmite sus mitos en defensa de su vida. RESPETANDO la situación religiosa y espiritual de la persona que se evangeliza; respetando su ritmo que no se puede forzar demasiado; respetando a su concien– cia y a sus convicciones que no hay que atropellar. Dejémonos evangeliz.tlr. En la mutua convivencia fra– ternal entre evangelizadores y evangelizandos podrá lle– gar a descubrir dónde está la llamada de Dios que reve– la la presencia liberadora de la acción del Espíritu de Jesús en su vida y su historia: el resultado de tal acción evangelizadora será que los propios evangelizadores acabarán siendo evangelizados por el nuevo pueblo de Dios que, a su vez, los llamará nuevamente a colaborar en una nueva tarea misional; toda la Iglesia es misione– ra y nunca cesará de misionar. * * * El teólogo de profesión puede poner, sin duda, sus acotaciones y pedir puntualizaciones, y sin duda tam– bién que el misionero P. Alejandro habría entrado gus– tosamente en diálogo. No es este el foro teológico. Diga– mos solamente que estas hojas de la selva tienen una marca que no siempre lleva la teologia. Son pasión de vida de un misionero, de unos misioneros, que quieren comprometer su existencia en búsqueda con aquello que enuncian. Alejandro e Inés son misioneros de los Huaorani y quieren serlo a velas desplegadas. Alejandro es el Capi– tán Memo. A Inés a veces le llaman Numa, con más fre- 191

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