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- Estas etnias pequeñas, estas minorías, están lla– madas a integrarse en la cultura nacional, y sobre todo porque ya el terreno, e] territorio, es zona petrolera don– de va penetrando mucha gente. Entonces son grupos pe– queños que no pueden subsistir como grupos indepen– dientes; entonces están bajo el influjo de toda la cultura nacional circundante. Lo que podemos ayudarles es que este paso a una integración sea a partir de ellos y a voluntad de ellos; que vayan aprendiendo las lenguas, nada por imposi– ción, sino que ellos mismos vayan aprendiendo, vayan preparándose, y que la gente los comprenda y que a lo largo de la historia pues ellos se integren en esas mino– rías, pero guardando su identidad. * * * Pedagogía del mensaje al ritmo de Dios Así habló Monseñor. Y en este punto no estará de más una reflexión so– bre su táctica misionera. - Diez años con los Aucas ¡y ni un bautismo!, he oído decir, no como reproche a su buena voluntad, sino como interrogante a este tipo de pastoral que, cierto, no es el de antes. - Efectivamente, diez años y ni un solo bautismo. El 11 de junio de 1983 escribía Monseñor a una prima religiosa, Carmelita Misionera. Le contaba que por moti– vo de una operación en Ja rodilla "estos meses no he podido visitar a los Sionas, Secoyas y los Huaorani; pero estos últimos vienen con frecuencia a la Misión de Nue– vo Rocafuerte; están muy simpáticos. Hace un par de meses se les murió el más anciano entre ellos, que nos apreciaba tanto. Parecía un profeta del Antiguo Testa– mento y se llamaba Nampahuoe. Aunque no llegamos a bautizarle, espero que se habrá salvado por estos últi– mos años vividos según su conciencia y purificado por su larga enfermedad. Le enterraron, según su costumbre, 185 1 1

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