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y luego en medio de una amena charla nos cuentan sus costumbres, porque también algunos entienden y saben el castellano. Terminarnos y nos damos un "Hasta lue– go", porque al regreso pasaremos allí la noche de nuevo. Experiencia en San Pablo de Cantesiayá Más adelante encontramos a San Pablo de Cantesia– yá, pueblo Secoya Casas sencillas como todas las demás pero bien distribuidas, con escuelas cuyos profesores son los mismos Secoyas que enseñan por la mañana a los niños; y por la tarde es bello ver cómo todos los ma– yores y aun los viejos van al rio, se bañan, se pintan con vivos colores y van a la escuela a aprender como los niños a leer y escribir. Tres veces por semana tienen el culto, dirigido por los líderes bien formados, que hacen las veces de pasto– res y explican la palabra de Dios, con participación de todos por igual. Asisten casi todos, entran y salen, a ve– ces se rien, conversan, pero esto no impide nada el cul– to. Es un ambiente totalmente familiar. A eso se debe, tal vez, el que sin vergüenza todos tomen la palabra. · Al día siguiente se encuentra uno con alguna de las mujeres más adelantadas en Biblia, visitando a aquellos que no pudieron asistir al culto, para explicarles el men– saje visto en el culto. ¿Se hace eso entre nosotros? Diréis: son protestantes. Parece que son protestan– tes.pero más católicos que nosotros. Allí vive un matri– monio americano hace unos veinte años; aprendíeron su lengua; se identificaron con ellos, vistiendo igual, co– miendo lo mismo para poder llegar a evangelizarlos. Y es así como hoy ellos han sido los verdaderos misione– ros que han formado aquellos jóvenes en el espíritu del Evangelio, pudiendo contar hoy con el Evangelio tradu– cido en Secoya y tener una verdadera Iglesia con el mi– nisterio entre los mismos nativos. Este matrimonio misionero tiene el terreno prepara– do para que la Iglesia del Aguarico aproveche aquellos líderes, se haga la traducción de la liturgia Eucarística y 175
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