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.. fuerte. Habían llegado miembros de otras familias, y la noche fue como de fiesta, cada una contando sus aven– turas, pero nosotras nos quedamos en las mismas, pero admirando la capacidad de diálogo que existe entre ellos. Llega también la hora de despedida... El Capitán Me– mo cariñosamente se despide de sus padres. Pahua, la madre, empieza a hacer la lista de lo que quiere que le traiga en el próximo viaje: diez vestidos, porque los que tenía se los ha regalado a los de otro grupo más necesi– tado, y en fin todos sus antojos y con todo derecho por– que es su hijo; pero a cambio Je regala una hamaca he– cha por ella misma. ¿Cuándo vuelven? Responde el Padre: Apaica, Apaica, Apaica, o sea dentro de tres lunas; ellos cuentan el tiem– po por las lunas. Según esto la próxima visita será en diciembre. Regreso a Rocafuerte El cinco de septiembre debíamos estar en Rocafuer– te, pero debido a la sequedad del río y demás obstácu– los que encontramos en el camino, no nos fue posible. A esta vez lo mismo que a la ida tuvimos que hacer noche en la selva, pero a esta vez mejor provistos de materia– les para hacer el campamento. A las cinco de la tarde nos detuvimos resueltos a dormir en un buen lugar que encontramos al paso. Los dos padres a preparar el campamento y las dos herma– nas a preparar la comida. El padre Manuel pone los an– zuelos para tener pescado para el desayuno. Encendi– mos el fuego con el fin de que ardiera toda la noche, nos calentara y ahuyentara los animales; pero llovió to– da la noche y al amanecer encontramos las huellas del tigre que había estado a dos metros de nosotros. A las siete de la mañana nos dispusimos a seguir a Rocafuerte. Hacia las dos de la tarde llegarnos al desta– camento militar de Yasuní, donde nos enteramos de la gran preocupación por nuestra demora. Al llegar a Ro- 171

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