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para la recepc10n de los Sacramentos de la Confirma– ción que pidieron muchos y, posiblemente, para la re– cepción de la Confesión y Eucaristía con un grupo pe– queño en San Pablo de Cantesiayá·. Incluso Alejandro ve que San Pablo de Cantesiayá es una "cantera de posi– bles vocaciones•; ha apuntado en concreto a varios jóve– nes que ofrecen buenas garantías. Otro asunto del que toma nota Alejandro en su agen– da es el Mproblema siona·: "Los Sionas, tanto de Campo Eno como de Puerto Bolívar se sienten marginados por la preferencia dada por los lingüistas a los Secoyas. Re– claman mayor apoyo y comprensión para poder organi– zar sus escuelas propias y con textos bilingües en Siona y castellano•. Parece que Alejandro está de acuerdo con esta apreciación. Otro asunto: el correo. en mi gira por Quito... aproveché la ocasión para solicitar y proponer otra nueva línea de correo que serviría para mejorar la atención de la zona y para conectar los cantones de Orellana y Aguarico en el sector del Alto Aguarico. El correo quincenal haria el siguiente recorrido..: (para es– ta Crónica: OPI, 160-161, abril-mayo 1980). En resumen, que los misioneros, sin demasiadas ideologizaciones, van trenzando catequesis, sacramentos y promoción de estas minorías. Alejandro e Inés se sienten en plena sintonía en esta causa. La confianza, la seguridad que inspira Alejandro a Inés es total. Vengamos ahora a Inés. El mes de agosto de 1980 lo ha pasado Alejandro vi– viendo con los Huaorani, sin Misa y Breviario, con el empeño de descubrir al Dios de Jesús al ritmo espiritual de aquellas gentes, orando intensamente desde aquella cultura. Después del plazo convenido, de Rocafuerte su– ben a buscarle. Inés nos lo cuenta; lo cuenta a sus her– manas. Al escribirlo deja traslucir su sensibilidad feme– nina y misionera. En un segundo relato habla de otras minorías, que acabamos de mencionar, de las que por otra parte esta– mos informados por la clasificación que hizo Alejandro del Hombre Amazónico. 165