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testimonio de mujeres consagradas •había de ser teni– do en gran estima y valorizado justamenteM (Crónica Huaorani, 109-110). Esta hora feliz y deseada vivamente por Alejandro llegó en febrero del año siguiente. El día 25 de febrero de 1979 1lega desde Quito, via– jando en autobús toda la noche, la Hna. Inés Ochoa, de la Congregación de las Misioneras de la Madre Laura, que ha participado en el Capítulo Provincial de Quito como Delegada y donde ha expuesto con calor sus idea– les de participar en la evangelización del pueblo Huao– rani. La Hna. Inés me muestra una carta de recomenda– ción de la Madre Provincial que, de acuerdo al sentir unánime de todas las asistentes al Capítulo, le autoriza para que con otra religiosa de la Congregación o de otras Congregaciones religiosas, puedan participar en es– ta evangelización. Además todas las Hermanas ofrecen sus oraciones y sacrificios con este fin" (Crónica Huao– rani, 130). Aquella carta de la Hna. Belarmina Lopera A., supe– riora provincial, dirigida al P. Alejandro Labaka desde Quito el 23 de febrero, dice así: "Padre, la M. Inés nos expuso el proyecto que tiene Ud. de trabajar por nues– tros hermanos los Huaorani y las Madres Capitulares se pronunciaron en favor de ellos. Han aprobado el viaje de la Madre Inés en compañía de una religiosa Laurita o de una hermana de otra Comunidad. Cuente con las oraciones de todas las Hermanas de nuestra Provincia que acogen con gusto este apostólico proyecto. Que la Santísima Virgen le acompañe y le ayude en todo". Llegar y partir. Inmediatamente, sin titubeos, se pide dos pasajes en las oficinas de CEPE para dos hermanas Lauritas: Inés Ochoa y Amanda Villegas, y Alejandro se siente rozado por el aura del poeta cuando escribe: 156 Lunes, día 26. Siete y media de la mañana. El he– licóptero ha emprendi.do su vuelo desde Coca. Los rostros de las Hermanas reflejan alegria incontenible de i.deales misioneros conseguidos. Volamos entre la
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