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muy seguras de si, participan en todo con iniciátiva y animación, al parecer con libertad y sin complejos. ¿Cuál sería la reacción del grupo si lleváramos misioneras, sean éstas religiosas o seglares casadas o solteras? Hasta el presente, basados en u na prudencia natural y meramente humana, no hemos querido arriesgarnos ni hemos encontrado ninguna vocación que se sienta tan claramente llamada por Dios, o con la suficiente aprobación de parte de su Congregación para arriesgarse. Con todo, en este viaje he constatado un gran deseo de que las llevemos. Creo que hay ga– rantías humanas suficientes como para pensar que no ha de pasar nada. Pero no quiero que nadie se aventure por las ga– rantías que yo pueda ofrecerle, sino porque ella mis– ma se sienta llamada por Dios y por creer que vale la pena arrriesgar algo por el Evangelio. En los grupos evangelWuios por el ILV la labor ha sido realiza.da , casi exclusivamente, por misioneras seglares cristianas: ¿Habrán arriesgado menos que lo que se verían precisadas a arriesgar nuestras misione– ras religiosas o seglares? Yo creo que no. En el reciente documento de la Curia Romana so– bre las relaciones entre los Obispos y religiosos en la Iglesia, "en el número 49 se dice.· •En el ancho campo pastoral de la Iglesia ha de darse un puesto nuevo y de grande importancia a la mujer. Habiendo sido ya solícitas colaboradoras de los Apóstoles, las mujeres deben hoy inserir su activi– dad apostólica en la comunidad eclesial.. atendiendo al ritmo de su creciente presencia en l.a sociedad ci– vil.. fieles a su vocación y en armonía con su femini– dad, respondiendo a las exigencias concretas de la Iglesia y del mundo... • Aunque el mundo Huaorani sea muy reducido, el "' Este documento es el Llamado Mutuae relationes. fechado el 14 de mayo de 1978. 155

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