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El 16 desde Pañacocha Alejandro felicita las Navida– des a su hermana Felisa y demás familiares, y les dice que si las compañías le conceden un helicóptero piensa viajar a las casas de los Aucas, My si veo que me reciben bien haré lo posible para quedarme una temporada con ellos. Necesito muchas oraciones. Pide a Dios que me mande su Espíritu Santo que les hable por mí para que crean en Jesús y se salven. ¡Que me dé una fe grande capaz de trasladar montes y me haga Santo! Eguberri orion eta Urte Berri On! Zuei, Euskal erri guziari eta mundu guziari! Ala izan bedi. (¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo! Mis deseos <le felicidad para vosotros, para el Pueblo vasco y para el mundo entero. Que así seat. Los días anteriores a Navidad se repitieron las visitas de los Huaorani, y con ellos compartieron los aguinal– dos con que la Compañía obsequiaba a los trabajadores: paquetes de galletas, caramelos y algunos juguetes. El jueves 23 de diciembre fue el día memorable. Ale– jandro ha entrado en helicóptero. el capitán John desciende con toda decisión; los Huaorani se agolpan en torno al helicóptero. Me pregunta el capitán: ¿Qué, Padre, se queda? Sí; me quedo. Entonces, ¿cuándo vuelvo? Mañana, por la tarde. Apenas se marcha el helicóptero, me saludan alboro– zados. Me ayudan a llevar las cosas y nos dirigirnos a su casa, donde entramos con toda naturalidad. Abro los paquetes de obsequios: ropas, pilas, fósfo– ros; luego, los paquetes de alimentos. Me han puesto pan y hago rodajas con mermelada que devoran con avidez. Ya no queda por abrir sino mí 'cama': una manta, una sábana, un plástico y un mosquitero, y dos mudas. Inihua se aficiona de la sábana y se la lleva; su hijo ma– yor hace otro tanto con la camisa y los calcetines* (Cró– nica Huaorani, 41). Salen a la selva, tumban una chonta y del tronco partido hacen tiras. Le invitan a Alejandro 138

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