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En ningún momento de la entrevista demostraron los miembros del lnstituto tener resentimientos o celos por nuestras actividades con los Huaorani, expresando textualmente el Sr. Gleason "no tener propie– dad sobre los Aucas". Nos aseguró, por otra parte, que el Instituto haría todo el esfuerzo posible para facilitarnos el aprendizaje de la lengua Huaorani, después de exponer nuestro deseo a su grupo de dirigentes. Anjmado por este resultado creí oportuno asegurar y estrechar es– tas relaciones hablando con el Director General del Instituto en Quito, Sr. Donald Johnson, con quien hemos tenido vínculos siempre muy amistosos. Pude llegar a entrevistarme en Quito con Donald en su oficina, después de un cúmulo de peripecias frecuentes en nuestro Oriente: Pérdida del avión de Texaco en Lago Agrio por falta de comunicacio– nes entre Coca y Lago; regreso a Coca al día siguiente por falta de ga– barra en Puerto Aguarico por estar el río crecido; retraso el tercer día de cinco horas en el volcán Reventador por reventón de las llantas del bus... Con muestras de sinceridad, el Sr. Donald me confesó alegrarse profundamente por este encuentro y por el objetivo de la entrevista. Reafirmó el propósito del Instituto de facilitarnos todo el material dis– ponible y, además, organizarnos un curso gratuito para el aprendizaje del Huao con sus mejores profesores y hasta con algunos Aucas. De hecho, nos había enviado ya dos ejemplares de la gramática de la Dra. Peek aunque no está terminada todavía. Me dio a entender que espe– ra que el curso pueda organizarse en Limoncocha a fines de marzo. Hablando del apostolado entre los Huaorani, destacó las siguien– tes dificultades: 1. Falta de entendimiento entre los mismos grupos Huaoraru; en– tre los que se destacan los Tagaeri por su marginación y hostilidad ha– cia los demás grupos. 2. Peligro de paternalismo, aumentado por la coyuntura petrolera y la idea que se van formando los Huaorani con el contacto de las Compañías de que se les debe dar todo lo que se les antoja. 3. Planes de algunas organizaciones estatales o paraestatales, apo– yadas por el mismo Samuel Padilla, que proyectan demarcar una Re– serva o Parque Forestal Nacional, evitando toda promoción de los Au– cas a fin de obligarles a mantenerse en su primitivismo con fines turís– ticos. 69

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