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mas autoridades de la nación y de Los organismos oficiales, tanto centra– les, como locales. Es de tal peso este cuerpo de documentación que la Di– rección de CICAME ha añadido a la CRONICA HUAORANJ un breve apéndice de textos, que iluminen la Crónica y sea una pequeña mi;estra del ideario en que se movía Mons. Labaka en este campo. De paso por Pompeya (Napo), donde tantas veces recaló Mons. Labn– ka, hubiéramos deseado escribir para su Crónica un prólogo ex11berante, como la Madre Tierra, que nos rodea y sustenta. Sin embargo, esperamos que el lector sabrá descubrir bajo este seco y enjt1to prólogo diversos hori– zontes y aspectos de la personalidad de Mons. Lnbaka, querido compañero de estt1dios y admirable ejemplo de vida eclesial y religiosa, sacrificada y consLlmada hasta el extremo. Pompeya (Napo), 15 de mayo de 1988, Ascensión del Señor. Tarsicio de Azcona, ofmcap. 203

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