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- ¿Y de dónde sncn111os 111ás pnsndores? Nnvegnmos con el iílti1110. - ¿Valdrá el abridor de /ns In tas de snrdinns espa1iolas? Manuel se ríe. Comenta: - Demasiado delgado. Pero sigue agudizando el ingenio. Poco después, el mismo Manuel dice, señalando el asa del balde: - ¡Oye, aquí está la solución! Wilo opina que quizás ya no harán falta; pero optamos por lo se– guro. Entonces Wilfrido coloca la varilla sobre el hacha; sobre la vari– lla de metal coloca el filo del machete y golpeando con otro machete, lo que es suprema técnica, corta un montón de pasadores. - ¡Este Wilo es un lmchn! Poco después de las seis de la mañana hemos comido los últimos plátanos; no hay tiempo ni para un "café Yamaha": ¡En marcha!, a pe– sar de Ja lluvia torrencial, que nos acompañó toda la mañana. Wilfri– do, sin embargo, impertérrito dirigió la canoa, sin romper más que un solo pasador. Después del mediodía llegamos felizmente a Nuevo Rocafuerte, donde ya nos esperaban impacientes las Hermanas Lauritas de Coca, que habían terminado su curso de aprendizaje de quichua con el P. Camilo. 158

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