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XIII 2 al 7 de abril de 1979. Una difícil diplomacia. Todos cuantos se interesan por el pueblo Huaorani y su evangeli– zación, han podido darse cuenta de cómo andamos fluctuando en una difícil diplomacia. La Prefectura Apostólica de Aguarico proclamó oficialmente su postura, declarándose a favor de los derechos humanos de este pue– blo, proponiendo la postergación de los trabajos petroleros en la zona. Pero dicha proclamación tuvo muy poca resonancia, y los organismos estatales han seguido urgiendo los proyectos petroleros, dándoles una marcada prioridad sobre las conveniencias y derechos del grupo Huao. Oficialmente se admite que hay que lograr los intereses petrole– ros sin lesionar los derechos humanos, pero no existe ningún instru– mento legal para poderlo urgir. Cuanto más se adentra uno en el mun– do del petróleo, tanto más se advierte que el mundo Huaorani no cuenta en sus planes. Sólo cuando hay miedo de que la prensa interna– cional pueda jalear el asunto o que los rebeldes Huaorani puedan obs– taculizar la labor, se deciden a mezquinar unas pocas migajas: unos vuelos de helicóptero, unos obsequios fáciles y baratos, pero aprove– chándose, al máximum, para la propaganda oficial. Este es el clima oficial que se respira; aunque hay que reconocer que se encuentran personeros que hacen honor a sus sentimientos hu– manos y cristianos, sobre todo en un nivel particular y sin trascenden– cia a nivel oficial. En contacto con este mundo, pasé las dos semanas últimas del mes de marzo en Coca, con la esperanza de potenciar los sentimientos y proyectos en pro de esta pequeñísima minoría sin voz en el gran con– cierto petrolero. Pero se aproximaba la Semana Santa, y me trasladé a Nuevo Rocafuerte cuando el P Manuel Amunárriz se sintió aquejado de una reproducción de su hernia y tuvo que salir a Quito para some– terse a una operación quirúrgica. 128

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