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tos males se prestan . A nada me– nos aspiran que a aliviar la necesi– dad del pobre, haciéndose pobres, viviendo como pobres, sacrificán– dose por sus hcrn1anos necesitados y compartiendo las tragedias de éstos. Y como los más pobres mah-iven en los suburbios de las grandes po– blaciones, éstos fornwn el objeto preferente de sus actividades misio– neras. Mas todo esto sin revoluciones violentas, sin in,·ectivas hirientes contra los de arriba... sino con el <.>jen1plo callado de su viCia y con la práctica de lns obras de misericor– dia, corporales y espirituales. Y así. en curnplin1iento de su mi. sión, visitan a pobres y enfermos en sus chabolas, se interesan por solucionar sus problemas económi– cos de los s in trabajo, por buscar para éstos colocación ; dnn clnscs nocturnas pura los analfabetos, cui– dan de los niños abandonados en los internados y en los campamen– tos de verano, ayudan con su tmba– jo personal y aportaciones econó– micas a la humanización de l;ls vi– viendas, se preocupan ae que los enfermos tengnn asistencia médica, se preparan para ponerse en fecha próxima al frente de las especiali- dades que se imparten en nuestros talleres, se interesan por la crea– ción de escuc)as en los suburbios y viven con la ilusión de ser "misio– neros" entre infieles. Claro que to– do esto sin olvidarse de si mismos, ya que la caridad bien ordenada co– mienza por uno m.ismo. Por eso, juntan la actividad externa con la piedad interna, ya acción con la ora– ción, la vida activa con la contem– plativa, a ejemplo de Cristo, que trabajaba y oraba. Jamás Olniten, por muchas que sean sus ocupacio– nes, la meditación mañana y tarde, santa Misa y comunión diaria, lec– tura espiritua l, examen de concien– cia, visitas al Santísimo, recitación del Oficio, revisión de vida, dla de retiro, etc. Y todo esto con cierta flexibili– dad, sin meticulosidades y encogi– mientos de esplritu, con la libertad de los hijos oc Dios, que saben dis– tinguir entre lo esencial y lo acci– dental, entre lo necesario y lo se– cundario, acompañado siempre de la franca y jubilosa alegría francis– cana. En la calle Antonio López, 264 (Madrid), tienen su principal cen– tro de apostolado y reciben gust~ sos a cuantos deseen formar parte de su comunidad. /\.M. D.G. 77

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