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previos los trámites y requisitos cu– riales, se le entregó por escrito la autorización para instalarse en Ro– ma las Misioneras del S uburbio. Pudieron haberse establecido en cualquier parte de la ciudad eterna ¡ pero, fieles a su vocación, prefirie– ron -escoger uno de los suburbios de la misma, a doce kilómetros del centro, en la llamada Borgada degli Arcacci . Allí se hicieron todo para todos : para los pequeños, en la g ua rdeda infantil o asilo, y para los g randes, prestándolos alivio en sus necesidades. Costoso fue su apostolado. Cos– toso por el ambiente comunista que las rodeaba. Costoso, por la insa– lubridad de la vivienda ¡ por las dificultades de la lengua, etc. ; a todo se avini-eron aquellas abnega– das Misio11eras, no obstante haber tenido que dejar algunas en pleno campo de apostolado por razón de salud. Y alli hubieran continuado de no haber surgido dificultades in<previs– tas, que aconsejaron .mspen-der por unos años su actividad en Roma. Expuestas las razones a l Carde– nal Vicario, dio éste su conformi– dad, extendiendo un documento en el que se hace constar que "las J1fi– sioneras Franciscanas del Suburbio, residentes hasta el pTesente en Ro– ma, Borgata degli A'TCacci, se [(;s mdoriza para que puedan ause,~tar­ Se de Roma por u1w o dos años, conservando, no obstante, st~s de– rechos de residencia". 73

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