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lidad. Varias distinguidas señoras madrileñas a quienes conseguí que visitaran el barrio se entusiasmaron al proponerles mi proyecto, y con las 50.000 pesetas de una, y con otras más ae otras, se construyó una hermosa capilla-escuela, con las de– más dependencias para los fines indicados. ¡ Lástima que por incuria y aban– dono de unos y otros, el edificio ¿Suntuosa catedral gótica... ? No, humilde capilla. Hoy, por incuria de todos, convertida de vivienda de Dios en vivienda de los hombres con tanto cariño y esfuerzo por mí levantado haya dejado de ser lo que primitivamente fue y debía conti– nuar s iendo! Inaugurada la capilla con solem– nidad inusitada, se comenzaron en la misma los actos religiosos y la instrucción catequística para gran– des y pequeños; juntamente con otros servicios sanita rios y humnni– tarios. La ignorancia religiosa de aque– lla pobre gente era lamentable, ca– recfan de la n,ás elemental idea de lo que significaba la Misa, la Co– munión, etc. He aquí dos ejemplos al azar. Llega el momento de la Comunión. E l celebrante se vuelve hacia atrás para ver si alguien se acerca a co– mulgar. Una de las mujeres presen– tes se dispone a adelantarse y dice en alta voz : "Como nadie comul– ga, por hacer un fa,•or voy yo a comulgar... " Otro anciano, que llevaba en sus brazos a una niña de dos o tres años, al ver que algunos se acerca– ban al comulgatorio, se aproxima él con la criatura en brazos pidien– do al sacerdote que le dé también a la niña "eso"... ¡Y pensar que esto pasa en Es– paña a escasos kilómetros de la ca– pital y en pleno siglo xx ... ! Se dijo que Francia cra tierra de n1isió n, y ¿no le toGHÍa su parle a España? Juntamente ccn la instrucción re– ligiosa y catequística se comenzó a impartir la enseñanza primaria a los niños. El local servía para to– dos. Poco tiempo después se consi- 55

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