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(47) Religiosos que estaban en la Tglesia orando, oyeron al Siervo de Dios hablar 5 pero na- da pudizron entender, de lo que decía. Los efectos de este rarísim> suzeso fueron , amas necer el Siervo de Dios pálido y. macilen» to, ír pronto de Mision á Moron, y de allí pasar a Sevilla á consultar con el Ves nerable Padre Gonzalez, Religioso Minimo, quien siuw=conocerlo ni hsberlo jamás visto le dixo: Padre mio á la Mision. á la Mi- sion: siga por donde Dios le llama. Y de aquí, Señores , ¿qué debamos inferir, sino que el Señor consoló á este su Siervo, ma- nifestandole claramente su voluntad, y que al modo que el Espiritu Santo vino con se- mejante ruido y espauto al Cenáculo sobre los Apostoles y Discipulos del Señor , vino tambien sobre él en la sobredicha Iglesia, para colmarlo de sus mas. preciosos dones, y entre ellos de el de su celestial sabiduria? Efectivamente en la Cátedra de la ver dad, y fuera de ella, se le oyó á él mis. mo , que por sus altos designios Dios lo ba= bia destinado, para anunciar su Divina Pa- labra : añadiendo con profundísima humil= dad: ser él instrumento no de mejor calidad, que

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