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(24) do, y sele olvidó: ya queria baxarsé del Pulpito, ya pedir perdon, y en esta con- fusion cubierto su cuerpo de un frio sudor, puso por tema unas palabras del Apostol, que de pronto se le vinieron á la memoria. Co» menzó a hablar sobre ellas , continuando las angustias de-su corazon por dos horas, y siempre pensando no hablaba sino desatinos, Concluyó su sermon, se fue á la sacristía lleno de vergiienza, vieneel Cabildo ple- no á darle la enhorabuena, hínease de ro.» dillas delante de todos pidiendo perdon , ba: ñado en sus lágrimas, y suplicando por Dios á los Señores, mo lo delatasen al San- to Oficio, que él se desdiría en el Pulpi- to de los errores , que «hubiese proferido, Los Señores se: echan a llorar con él, le protestan , consolandole , lo admirable que habia estado , y que el Espiritu Santo habia hablado: porsu boca. ¡Cabe mas en la hu- mildad! ¡Ha! Este taa baxo concepto que de sí mismo tenia formado el Siervo de Dios, tambien le hacia pensar , como al bumil= dísimo Moyses, ser incapaz de :todo Cargo, de todo empleo , de toda dignidad; y ved aquí por lo que ni quiso obtener alguno en Há

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