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66 1-eis a vuestro arbitrio ef tienipo en que hriyais dé· sen ir!t.? t Q.ti estis ws , q!li te11tatis D ominum? : : ; Puwi.11 ··s -;;os lt, 1p!1s miseratio11is Domi11i, et i¡¡ ar– bit;;·:,1;1 i·.. s1n1111 rti... m co11stit11:stis ci. ( a) ¡ A quién no escandaliza semejante inscnsatéz !. 2. Ew.1 propria incompreensibilidad se nos re-– presenta en el modo i11cierto de nuestra muerte , y en la diferencia notab1hsima con que a tcJdos accrn-. tece. No wlo las enfermedades, las epidemias , y los d.:>lores son cansa instrumental de nuestra muer– te ; ni lo son tampoco las piedras , las balas, 6 los azcros ; porque igualmente lo son aún aquellas cos::is, que en sí con~idcradas se juzgan necesarias J?lra nuestra conscn ac1on, para el lugro de nucs~ tra salud , y para el lkno de nuestra temporal fe– l icidad. Si la hambre hi10 perecer a muchos en di– versos tiempos , el exceso tambicn de la comida. acabó con Diógenes el Cynico, con Holeslao Du– que de Silesia , y con los Emperadores Septimo Se– véro, Alberto Segundo , Valentiniano , Federico Tercero , Marco Antonio Pio : si la sed quitó la vida U Tale:. Milesio, 11ll0 di.! los S d,' S.:iül('"I.> de la Grcci:i, L1 int~mp..:tancia cu la bLbtda la qnit6 igualr ente a un Cr) ipo, d:.cipnlo d'"l F;Jo ofo Clean~o , :¡ nn_ He~rico Sexto Emper,1dor, y a lltl Fr:mrnco Dcl[rn, LIJO de Fr?ncisco Prw:ero Rct de F ranc.a : Y si el excls vo ir.o acató e< n l" v.d:i de quarenta mil Turcos en ll•S Campo, de la Va– laquia , y de la Rusia, por los af,0s de.! 14.9 1. del misn 1 o modo que en C'l Reinado de C) ro ce n cen– tenares de Griegos, en la oc:..sion que 1,1,; rc 6 re~aban ae ---J-,,-. _b _8_1_1__ et- -1-• .-v-\-d.,---L-i.--a-.-hj_"_•-----•"'----" ,i U.ul , • • >

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