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66 CONTRA LOS PRETESTOS autenticidad? Quién introdujo en la historia de su nacion y de su culto aquella patraña? Cuándo se anumeró esta mentira entre tan- tas verdades irrefragables ? No lo vieron todos? No lo pasaron to- dos? No alabaron todos las grandes obras de la+ Omnipotencia cuan- do entonaron ; Cantemus Domino, gloriose enim magmificalus est. Equum ascensoren projecit in mare? Seria menos público aquel pro- digio que el darles la divina ley escrita en dos tablas de piedra por el dedo del mismo Dios? Seria menos público que la conduccion milagrosa de aquella innumerable multitud por el desierto, sin gastar el calzado ni romper el vestido? Menos público que alimen tarle con el maná del cielo? Menos que sacar torrentes de agua de una piedra? No, amados cristianos mios. Nadie niega estos prodi- gios , y todus confiesan aquella maravilla. Pues dónde está la im— postura de Moisés ? En las obras , nola descubrimos : en sus hechos verdaderos, públicos, patentes al cielo y á la tierra, y evidente- mente milagrosos, no la vemos : la encontraremos en sus pala- bras? la hallaremos en sus escritos? Dios inmortal! Qué nueva clase de impostor es este que habla de vuestra divinidad, y de vuestra Omnipotencia en la creacion del mundo de un modo tan verdadero y tan sublime , que por mas de cuarenta siglos ningun mortal le superó? Qué impostor es aquej cuyas leyes son consecuencias razonables y justas de la ley natu- ral: cuyos escritos no respiran sino virtud : cuyo estilo igualmente sencillo en las espresiones que sublime en las sentencias, á pesar de la grosería de aquellos tiempos tan remotos , respira en cada página la divina inspiracion? Qué impostor es aquel, que sin temor de ser desmentido de un solo hombre, presenta portestigos de sus milagros al cielo, á la tierra y á un pueblo innumerable, á. cuya vista se han hecho, y que toma mil veces ocasion de los prodigios mismos para reprenderles su negra ingratitud : y que a fin de per- petuar la memoria de las maravillas de Dios. y de las infidelidadeS de parte de su pueblo, se atreve á consagrarla, no en un libro 0s- curo , trabajado á propósito para ocultarlo á los contemporáneos y engañar á la posteridad ; sino en el código público de la nacion, en una obra sagrada que nadie podia ignorar sin delito, y que cn cada siete años debia leerse al pueblo en la fiesta de los tabernácu- los ? Fué éste jamás el carácter de los impostores? Quién de ellos para imponer al pueblo le gobierna con un cetro de hierro como Moisés , sin recelar su aborrecimiento? Qué impostor pronuncia contra su nacion imprecaciones terribles y amenazas formidables,

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