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DE LA INCREDULIDAD. 85 y horrorizaos. Moisés fué un impostor: el Evangelio es una fábu- la: la fé es el patrimonio de los simples: la religion es una quimera: sus leyes y sus amenazas un freno que han inventado los tiranos para esclavizar los pueblos: sus misterios son absurdos: lo por ve- nir un fantasma que no existe : el alma una llama que se apaga con el cuerpo : el hombre un animal mejor organizado que las bes- tias: el vicio y la virtud son ideas arbitrarias y fantásticas, y el Criador un sér indiferente á las ofensas y á las adoraciones de los hombres. Lo habeis oido? Quiénes son los que hablan con este tono majistral y decisivo? Dos clases de personas bien diferentes, aun- que uniformes en cerrar los ojos á la luz de la verdad. La primera se compone de un puñado de hombres que se graduan de espíritus sublimes, de profundo entendimiento, de vastos conocimientos , y de un corazon superior á las ilusiones de la infancia , á los que llaman errores de la educacion , al encanto de los ejemplos, y á la fascinación de las supersticiones , y que elevándose por los esfuer- zos del raciocinio sobre la comun opinion y creencia de sus seme- jantes, han descubierto nuevos rumbos para llegar al pais de la felicidad , desterrando de su conciencia los remordimientos, de su alma la inmortalidad, y de su creencia la existencia de Dios. La segunda clase de incrédulos es mas numerosa , y se compone de hombres que lo son por falta de luces, por carecer de principios; no por una aparente conviccion como los primeros, sino por seguir ciegamente sus huellas por una especie de vanidad , por el orgullo de hacer un papel distinguido y brillante en la sociedad humana, por seguir los vicios sin susto, y por presentarse con un bello aire de superioridad á las que ellos aman preocupaciones comunes. En una palabra : los primeros , son incrédulos instruidos: los se- gundos , son incrédulos ignorantes, vanos, y libertinos. La ver- dad se presenta á unos y á otros, y con su vista se hallan en la feliz necesidad y dichosa precision de confesar su error: á pesar de sus pretestos y objeciones. Sucederá esto así? Debemos esperarlo, si yo acierto á demostrar que la corrupcion del corazon es la fuen- te emponzoñada de donde dimanan las ilusiones de su espíritu, y que no abandonarian la religion santa de sus padres, si pudieran hermanarla con los vícios y los desórdenes. Hablemos hoy contra los incrédulos instruidos, y otro dia hablaremos contra los incré- dulos ignorantes. Dios inmortal , Dios justo, Dios santo! Quién soy yo para salir a la batalla en defensa de vuestra santa religion, de la mayor obra
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