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IBNMON CONTRA LOS PRETESTOS DE LA INCREDULIDAD. —ANAUVYIINA— Si veritatem dico vobis, quare non ereditis mihi? (Joan 8, 46.) La razon natural, de que nos sentimos adornados por una in terná convicción á que no podemos resistirnos , nos demostró hasta la misma evidencia la existencia de Dios, de aquel Sér Eter- no y en todo perfectísimo , que sacó de la nada esta hermosa má- quina del universo que se presenta á nuestros ojos. Esta mismá luz natural, derivada en nosotros de aquella luz eterna , nos en- señó que habia en aquel divino Sér una admirable Providencia con que mantenia y gobernaba las criaturas , conduciéndolas suave y fuertemente al fin para que las crió: á las insensibles con leyes y movimientos invariables : á las irracionales con instintos propor- cionados á sa manuntencion, propagacion y permanencia; y á las criaturas que usan de la razon con ideas innatasé indelebles de los primeros principios, y de la virtud y el vicio. La misma razon na- tural nos fué lleyando como por la mano á la necesidad de un cul- to para manifestar nuestra dependencia de aquel Sér Eterno, para presentarle nuestras necesidades, para espiar nuestros defectos, esperar sus misericordias , y amar su bondad y sus perfecciones infinitas; y ella misma , por fin, nos dio evidenciados en sola la religion cristiana todos los caractéres de este sagrado culto, y ver- dadera religion que los hombres deben á su Dios. Si mal hablé, mostrad en qué; y si he dicho la verdad, por qué no me creeis? Si veritatem dico vobis, quare non creditis mihi? A este clamor de la verdad, creido por tantos siglos, demos- trado por tan públicos milagros , sellado con la sangre de millones de hombres, los mas distinguidos por su nacimiento, su literatura, y sus virtudes, defendido por los escritos de los hombres mas sá- bios que ha tenido el mundo, y comunicado á todas las naciones y pueblos de la tierra, qué responde la incredulidad de algunos hom- bres que han aparecido en nuestros dias? Escuchad sus blasfemias