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SBuamos SOBRE LA VERDADERA Y FALSA DEVOCIÓN. Via Sion lugent, eo quod non sint, qué veniant ad solemnitatem. ( De Lament. Jerem.c. I, v. 4.) Lloran los caminos de Sion, porque no se halla persona que venga á la solemnidad. Asi se lamentaba en otro tiempo el gran profeta Jeremías, al mirar desierto el magnífico templo de Jeru- salen, los sacerdotes solos ofreciendo los sacrificios, y el pueblo en- teramente olvidado de la asistencia á la santa casa del Señor: Via Sion lugent, eo quod non sint, quiveniant ad solemnitatem. No podemos en el dia lamentarnos, como el Profeta, de que falten personas que concurran á las solemnidades. Ninguna otra cosa vemos mas fre- cuentemente que inundarse las iglesias de toda clase de gentes; concurrir á los templos, como á competencia todos los estados, y formarse una especie de ley para no faltar á las funciones de Igle- sia , oir todos los sermones y hacer todas las noyenas que se acos- tumbran en los pueblos. Sin embargo, si atentamente miramos las costumbres de los pueblos: si desciframos los caractéres de la ver- dadera devocion, acaso hallaremos menos verdaderos devotos que pensamos, y las solemnidades y fiestas tan desamparadas de es- piritu y verdadera religion, como en tiempo de Jeremías. Porque efectivamente , si separamos la devocion faustosa y rui- dosa de los que concurren á las novenas y solemnidades, solo por hacer ostentación con el pueblo de que contribuyená ellas con todo su poder, y se franquean liberalmente para sostenerlas : si separa- mos la devocion entremetida y dominante de los que forman parti- dos, y escitan aun en materias de devocion disputas y contestacio— nes, gloriándose de hacerse cabezas -ó agentes principales de al- gunas almas que han sabido prevenir á su fayor: que los obedecen y respetan como á primer móvil de las juntas , de las deliberacio-

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