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460 SOBAE EL GENIO. amados y mas íntimos confidentes! Qué ejemplo , amos! qué ejem- plo, padres de familia! qué ejemplo, superiores, para con vuestros inferiores, vuestros súbditos y vuestros hijos! Pero quisiera que no os descartáseis de esta obligacion con la escusa de que modelo tan perfecto de sufrimiento es propio de la santidad del Criador, no de la debilidad de la criatura; porque os confundirian los innumerables ejemplares que en las leyes natural, escrita y evangélica podríamos presentaros. Os confundiria un Abel, sufriendo con paciencia el génio iracundo. rústico y violen- to de su hermano Cain: un Noé, manejando prudentemente el gé- nio travieso y atrevido de su hijo Chan: un Jacob, tolerando por muchos años, ya el génio avaro y ridículo de su suegro Labán, ya el génio violento, arrebatado y soberbio de su hermano Esaú. Y qué podría yo deciros de su hijo el santo patriarca José? Cuántas envidias, cuántas descortesías, cuántos malos tratamientos , cuán tas muertes le maquinaron sus hermanos, cuyos génios inquietos, vengativos y falsos, no solo toleraba con paciencia, sino que llegó á ser su pan en el hambre, su riqueza en la pobreza , y su propio y verdadero salvador? Mirad á un Tobías, á un Moisés, á un Jo- sué, á un Job, y á otros innumerables: miradlos bien, y vereis que no eran ángeles del cielo, sino hombres terrenos, semejantes á vosotros, de la misma masa de Adan, de que fuísteis formados vosotros; pero que llenos de un espíritu de caridad para con sus prójimos, no los juzgaban injustamente, ni irritaban imprudentes sus génios , como lo haceis vosotros. Y qué diré entrando en el tiempo de la ley de gracia? Oh Dios inmortal! Qué lengua de án- geles , ni de hombres podria dignamente esplicar los modelos ad- mirables de sufrimiento, que el génio cruel, sanguinario, sober- bio, inflexible y avaro de los perseguidores de la Iglesia y la vir- tud, nos presenta en los apóstoles, los mártires, los confesores, las virgenes, y cuantas personas han vivido irreprensibles en el cristianismo? Cuantas cárceles honraron? Cuántos destierros san- tificaron? Cuántos tormentos sufrieron? Cuántos páramos habita- ron? Cuántas irrisiones, cuántas contumelias, cuántos oprobios» cuántas muertes padecieron ? Todos estos y otros inaumerables, que omitimos por no hacer- nos interminables, eran , decidme, criadores 6 criaturas? Ten- dreis ya mas que alegar, hermanos mios? Ay cómo nos confunden estos preciosos ejemplares! Ellos, juzgando con equidad el génio de nuestros prájimos , y nosotros coa iujusticia: ellos ocultando sus
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