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SBRMON SOBRE EL GENIO. —AAAUÓOIAA— Debemus autem nos firmiores im- becillitates infirmorum substinere, el non nobis placere. (8. Paulus, in Epist. ad Rom. c. EVE Y 1.) Bien sabeis. amados mios, que uno de los primeros cuidados de un diestro médico es conocer no solo la enfermedad que espe- rimenta el doliente , y el remedio oportuno para curarla, sino pe= netrar el orígen, la causa 6 el principio de que la enfermedad pro- cede, para que aplicando las medicinas, segun este necesario y preciso conocimiento , logre cuanto antes el alivio, y sea mas per- manente su restablecimiento. No de otra suerte los predicadores, que por su santo ministerio deben curar las enfermedades del alma con la eficaz medicina de la palabra de Dios, procuran buscar el orígen de los vicios, para aplicar allí con celo verdaderamente apostólico los remedios mas activos. Laudable es por cierto, el empeño de un ministro de la divina palabra, que vigorosamente declama contra la deshonestidad y lá soberbia, manifestando in- venciblemente la necesidad de su remedio, en la humildad en el reliro de los peligros, y en la mortificacion cristiana. Pero sin duda alguna asegurareis vosotros , que es mas digno de alabanza aquel predicador, que no contento con describir el horror maligno de la soberbia, la abominable fealdad de ja lascivia y la detestable naturaleza de otros vicios, pasa á indagar las Causas, á penetrar el orígen, á descubrir los principios de estos males , para que á Consecuencia de sus descubrimientos aplique los remedios con nas felicidad, cortando las dolencias en su raiz. Ay, señores! Si yo tu-

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