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Y OBLIGACIONES DE La AMISTAD. 445 Nada hay mas frecuente en el mundo que ofrecerse las perso- nas y los caudales á sus amigos con una franqueza admirable, y nada hay mas frecuente que desmentir con las obras estas palabras. Raro es el pobre que asciende á una fortuna brillante, y no se ol- vide de aquellos amigos que fueron testigos de su humilde cuna; y raro es el rico que pierde sus caudales, y conserve los amigos que le hacian córte en su opulencia. Apelo á vosotros mismos. Po- seíais antes un empleo distinguido, que os producia estimación y dinero, teníais entonces muchos amigos, yo lo creo; pues el Espí- ritu Santo me dice, que donde hay muchas riquezas siempre se hallan muchos amigos: Divitie addunt amicos plurimos. (4) Mirabais aquellos engañosos usurpadores de vuestros bienes alabarse de vuestra amistad, engrandecer vuestros talentos, vuestra bizarría y liberalidad : no faltar á vuestra mesa, y haceros la córte con la mayor atencion. Trastornóse despues la voluble é inquieta rueda de la fortuna, y una estraord inaria pobreza ha sucedido á vuestras riquezas anteriores: qué hallais ahora en vuestro estado pobre? amigos que os den la mano , que os favorezcan y socorran? hombres que á lo menos se compadezcan de vuestras desgracias, que os acompañen en vuestros sentimientos, y junten sus lágrimas á las vuestras? Qué dolor ! qué desengaño ! Mudasteis de fortuna, y ellos mudaron de corazon: ellos amaban vuestras riquezas, no á vos- otros: y así, apenas desaparecieron aquellas, esperimentásteis la mas amarga soledad. Oh qué verdad tan acreditada por la espe- riencia de cada dia nos enseñó el Espíritu Santo, cuando dijo: A paupere autem separantur: (2) el pobre es abandonado de sus amigos! La oscuridad de vuestra cuna os tenia reducidos poco há á la mayor miseria; nadie se acordaba de vosotros , nadie era vuestro amigo, todos os dejaban padecer á solas los rigores de la hambre y la desnudez : hallásteis sin embargo ocasion de poner en movi- miento vuestros talentos: atropellásteis con ellos montes de dificul- tades, que os impedian el paso á la cumbre de la felicidad : arri- básteis por tin á ella á fuerza de intrigas, manejos, empeños, má- quinas é iniquidades; ó sean, como yo lo pienso , por medios justos y á presencia de vuestros grandes méritos. Pero apenas os visteis sentados en el templo de la fortuna y en el trono de la felicidad, (1) Prov.c. XIX, v. 4. (2) Tbidem, ibid.
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