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444 SOBRE LOS PELIGROS nes de un verdadero amigo, que voy brevemente é declararos en esta SEGUNDA PARTE. Cuando he dicho, señores, que la amistad tenia sus malos efec- tos, esto es, sus escollos y precipicios, yo no he pretendido res- ¡ friar las amistades entre las personas que no respiran sino piedad, | ní proscribir toda amistad en el cristianismo. Por qué autoridad ó Ñ por qué razon pretenderia yo privar á los cristianos de un bien tan estimable y precioso, que la religion no solamente les permite, sino que les inspira y autoriza por los grandes modelos que les propone? Dilige procimum, et conjugere fide cum illo. Ama á un M0 prójimo, y entabla amistad con él. Jesucristo mismo, que no vino Mi á despreciar esta ley, sino á cumplirla , tuvo, aunque era autor y fuente de toda santidad , sus particulares amigos. El Señor amaba tiernamente á todos sus discípulos, y sin embargo, mantenia con ' uno de ellos una predileccion particular , que fué la causa de dar á | aquel feliz apóstol el renombre de discípulo amado de Jesus : Unus ez discipulis quem diligebat Jesus. (4) El mismo Señor vertió arro- yos de lágrimas, y dió grandes suspiros y gemidos sobre el sepul- ero de Lázaro, que motivaron al pueblo para decir: Ecce quomodo amabut eum: (2) mirad como amaba Jesus á su amigo Lázaro. El apóstol San Pablo, aunque Jlevaba en su corazon á todos los que habia engendrado en la fé de Jesucristo , manifestaba al jóven Ti- moteo una ternura de verdadera madre, que ama á algun hijo con particular distincion. En suma , oyentes mios, yo no he hablado esta tarde paraapagar en el mundo la luminosa lámpara de la amis- tad, sino para purificar su luz y hacerla agradable é inocente, pre- viniéndoos contra sus escollos y precipicios. Si vosotros teneis la dicha de haber hallado un tal amigo, sabed que teneis la obligacion de serle fiel en las desgracias como en las prosperidades, y de pro- curar su salud eterna con oportunas amonestaciones y consejos sa- | Indables. Abreviemos en la demostracion de estas dos verdades, | que comprenden y abrazan la obligacion de un buen amigo para con sus amigos. (1) S. Joan. c. XUL, v. 23. (2) Ibidem, c. XI, y. 36.

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