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Y OBLIGACIONES DE LA AMISTAD. 443 ociosos llega presto á aborrecer el trabajo: el compañero de los tramposos no tarda en ser usurero: el que anda entre ladrones aprende á hurtar; y el que trata con deshonestos se hace lascivo. Tan convencido está el mundo de esta verdad, que sin engaño de- cide de la conducta de una persona, luego que sabe á punto fijo las compañías que tiene: v de ahí ha tenido principio este prover- hio español: Dime con quien andas y te diré quien eres. Qué os pa- rece? Hay peligros , hay escollos en la amistad? No dije bien en mi primera proposicion, que no debeis elejir por amigos, si no quereis condenaros con ellos, los espíritus rebeldes á las luces de la fé y los corazones corrompidos con los vicios? No os dije bien, cuando aseguré que solamente las personas llenas de rectitud en el alma y de probidad en las costumbres, debian ser vuestros amigos? Quién puede dudarlo? De lo contrario lo hubieran errado los santus apóstoles, que por no tener amistad con los judíos y los infieles, ca- minaron tantas provincias, padecieron tantos trabajos, y anunciaron el Evangelio en tantos reinos. Lo errarian los valerosos mártires, que por no tener amistad con los adoradores de los ídolos, entre-= garon sus cuerpos á las cárceles, á las cadenas, á las bestias fie- ras, al fuego , á la espada, y á toda clase de los mas crueles tor- mentos. Lo habrian tambien errado los venerables anacoretas y eremitas, que poblaron tantos desiertos y santificaron tantas bre- ñas, tantas soledades y páramos, huyendo del contagio que Heva- ba consigo la amistad de los pecadores de su tiempo. Lo errarian en el día las purísimas vírgenes, las castas doncellas y los jóvenes inocentes, que por no manchar su candor angelical con la peste de las malas compañías, huyen, se retiran y se ocultan, unos en los monasterios , y otros forman como unos monasterios ó casas de recogimiento sus mismas habitaciones. Los santos y los justos lo habrian errado: pero no, que es una verdad de fé la que pronun- ció el Espiritu Santo por pluma de David, cuando dijo: Beatus vir qui non abit, in consilio impiorum, el in via peccalorum non ste- tit. (1) Bienaventurado el hombre que huyó los peligros de la amis- tad, que no se sumergió en los escollos de la amistad de los malos, los impíos , los pecadores; sino que elijió por amigos los buenos. los humildes, los modestos, los caritativos, los castos : dizámoslo en una palabra , los virtuosos; cumpliendo con ellos las oblizacio- 4) Psalm.I, yv. 1.
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