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de SEBRE TO ETERNIDAD, áy entrar por ura puerta angosta”: tes menester negarse 4 si misnas, lo mar su cruz y seguir d mi hijo Jesucristo; que es el modelo de todos los predestinados. En vna palabra, sinvenmienda 6 hay per- don , sin penitencia no hay cielo. Este decreto es irrevocable. Qué respondereis á esto, amados mios? Esperais todavía mas misericordias del Señor? Qué, no son bastantes, las, recibidas 2 No es grande misericordia haberse puesto delante de los ojos la formi- dable desgracia de aquel y de aquellas, que desde los brazos del pecado pasaron á los piés de Lucifer en los profundos calabozos del infierno, para que á su vista dejases tu mala vida? Es pequeña misericordia haberte Dios librado de aquel incendio, de aquel nau- fragio, de aquella pendencia en que perecieron otros, y en los que si tú hubieras perecido , tu misma conciencia te asegura que esta= rias para siempre condenado ? No es misericordia grande el ejem- plo de santidad que te dan en el dia de aquellos que poco há te es- candalizaban con sus desórdenes? La frecuencia de Sacramenios de los que ni aun por la Pascua comulgaban? Las cuantiosas limosnas de los que eran antes unos avaros ? La modestia edificante de los que eran en algun tiempo disolutos? Es pequeña misericordia del Señor haberte avisado tantas veces por los confesores, por los predicadores, por los santos ángeles? Qué mas quereis? No bajó Jesus del cielo á la tierra por vosotros? No se dejó prender, azo- tar, coronar de espinas, y llevó la cruz por vosotros, dando por la salvacion de vuestra alma su honra, su vida, su muerte, su cuer- po, su alma y su divinidad, padeciendo una cruel y terrible muer- te, muriendo en una afrentosa cruz? A qué esperais? A que la eternidad inevitable os envuelva en sus inmensos senos? A que la eternidad oculta os sorprenda, cuando menos lo penseis y en el es- tado que no querais ? A que la eternidad irrevocable pronuncie su decreto eterno sobre vosotros? Ay ! ay ! Si asi lo quereis , dejad- me llorar con lágrimas inconsolables vuestra funesta ceguedad. Montes, cavernas, desiertos, en dónde estais? Yo quiero retirarme á vivir entre vosotros, para no pensar en otra cosa que en esta espantosa eternidad. Sí me pierdo, para siempre me pierdo: si me gano, me gano para siempre: si me condeno, para siempre me condené : si me salvo , para siempre me salvé: Dejadme pensar en esta espantosa verdad, que ella me arrancará de los vicios y me conducirá á la práctica de las virtudes : ella me hará llorar mis desórdenes a los piés de Jesucristo, de quien conseguiré su miseri- cordia, por buscarla en tiempo oportuno: El dixit: nunc cepi, hee

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