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124 SOBRE LA ETERNIDAD. cuando cenaba con gran regocijo y espléndida abundancia en com- pañía de sus torpes concubinas. No pensaba el infeliz que iba en aquella misma noche á hundirse en la eternidad; pero una espan- tosa mano se lo advierte, escribiendo en la pared el irrevocable decreto de su eterna condenacion. (1) Acaba de sucederles lo que al príncipe Amnon, cuando alegre comia y hebia con sus herma- nos. Las conversaciones, las risas, los brindis ocupaban todo su espíritu, sin ver el desdichado la espada de Absalon, desenvaina- da por sus criados sobre su cabeza, entrando sin peúsarlo en la elernidad antes de salir de aquel convite. (2) Acaba de sucederles lo que al grande Alejandro despues de todas sus conquistas: aquel hombre, en cuya presencia cayó la tierra, como dice la Santa Es- critura: aquel hombre, que á la manera de un veloz relámpago , 6 mas bien de un rayo volador, llevó sus victoriosas armas hasta los estremos del órbe: aquel hombre, pues, rodeado de tantas gran- dezas, y en lo mas florido y robusto de su edad, es arrebatado de la muerte, y arrojado en el abismo insondable de la eternidad, para núnca salir de él. (3) Acaba, en fin, de sucederle lo que á vos- otros y á mí nos puede ahora mismo suceder, pues para lodos se oculta la eternidad, y caeremos en ella cuando menos lo pensemos. Pero ay, que lo mas terrible está en que, no solo es oculia en cuanto al tiempo , sino tambien en cuanto al estado en que nos sor- prenderá ! Circunstancia formidable, que hace Lerribilísima la eter- nidad. Sí, señores: nosotros ignoramos si nuestra muerte será pre- ciosa en los ojos de Dios, cumo lo es la de los justos: si por una gracia particular del Señor seremos arrebatados de entre los hom- bres, para que su conversación no nos contamine, ni corrompa el candor de nuestra inocencia; ó si acabaremos con la muerte pésima de los pecadores. Ignoramos si esta noche misma nos diran como al rico del Evangelio: Stulte. hac nocte unimam tuam repelunt d te: (4) esta noche arrancarán tu alma, y la arrojarán en los braseros eternos. Lo que sabemos es, que ignoramos mientras vivimos si somos dignos deódio, cumo Esaú, ó de amor como Jacob; y con esta misma incer- _(1) Mane, Thecel, Phares. (Daniel. e. V, v. 25.) (2 Percutite cum, et interficite..... Fecerunt ergo pueri Absalon. (Lib. 1, Regum. e. XIII, y. 28, £9.) (8) Cognovit quia moreretur. (L. T, Machab. e. I, v. 6) (4) S.1ue e. XI, v. 90.
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