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SOBRE LA ETERNIDAD: 423 dad: este decreto divino á ningun mortal escluye. Cuál sea esta eternidad para vosotros, yo lo ignoro; pero podeis conocerlo, re- flexionando sobre vuestra conducta. Lo que yo sé es que bay una eternidad infinitamente buena, y otra eternidad infinitamente ma- la, y que inevitablemente vosotros y yo, y todos hemos de hun- dirnos en una de las dos dentro de pocos dias. Infelices de nosolros sino somos santos! Y vosotros, amados pecadores de mi alma, vosotros que en- golfados en una infinidad de asuntos frívolos,-pasais la vida sin pensar en la eternidad que os aguarda , yo no puedo menos de de. Ciros que os vais á perder eternamente, segun vivís. Sí, señores: Perditus in elternum eris, ait Dominus. (1) El Señor lo dice, y lo asegura: porque os turbais con inquietud en muchas cosas, y no en una que es sola la necesaria : porque todos vuestros cuidados son de aumentar los caudales á cualquiera precio, seguir con em- peño las pretensiones mas injustas, acompañar al mundo en sus diversiones pecaminosas, provocar con indecencia á vuestros pró- jimos, malgastar en el lujo vuestros bienes, y esponer vuestra al- ma á los peligros. Oid á los que siguieron el mismo rumbo, - y di- cen: Ád extrema montium descendi, terra vectes concluserunt mein eternum. (2) Infelices de nosotros, que hemos caido en estos cala+ bozos profundos, en donde los grillos de nuestros pecados nus tie= nen presos por toda la eternidad! En vista de esto, amados mios, qué resolveis? Quereis todavía seguir en una vida criminal que ya derechamente conduciéndoos á una eterna perdicion? Ah! qué in- sensalos sois, si así pensais! Direis que os avisarán con el tiempo y que de este modo podreis libraros de semejantes peligros? «Ay, ay, y qué enorme necedad. IL... La eternidad, señores, no solo es inevitable, como lo ha- beis oido, sino tambien: oculta, como vais a escuchar ahora. Ocul- ta, digo, en cuanto al tiempo, en que os há de sorprender, y oculta en cuanto al estado, en que os ha de hallar. Todos ignoramos. si será hoy ó será mañana, si esta noche misma, si en esta misma hora-nos veremos en ella , Ó si se dilatará hasta nuestra mas avan- zada ancianidad. Ahora mismo en este mismo momento entran mu- chas almas en la eternidad, sia baberlo pensado , ni preparándose para ello. Les acaba de suceder lo que al grande rey Baltasar t) Jerém. c: MU, y. 26; 2) Jone. c. Tí, v. 7.

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