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416 SOBRE LA ETERNIDAD. Cogitavi dies untiquos , et annos eternos in mente abui. Púseme á considerar en aquellos años eternos y en aquellos dias antiguos, que para siempre han de durar, y su espantosa vista me arrebató el sueño é hizo regar con inconsolables lágrimas mi cama y mi co- mida, representándome todas mis iniquidades, la justa cólera del Omnipotente, el infeliz estado en que me hallo de comparecer en su presencia, y el castigo eterno que me espera si no se compade- ce d2 mi dolor , de mi llanto y de mi verdadera penitencia. Esta es la única tabla á que debo asirme para lilbrarme del naufragio de la culpa. Yo me resuelvo, yo me abrazo con ella, y digo: Ecce nunc cepi, hec mutatio dextere Excelsi. Sepa el mundo, que la enmien- da de mi vida es electo de la poderosa misericordia del Señor y del provechoso pensamiento de la eternidad. Oh eternidad , que tan santas resoluciones produces! Oh eternidad, decia San Agus- tin, quien en tí piensa y no se enmienda, ó ha negado la fé 6 per- dido el corazon! (4) De qué procede, pues, amados mios, que este provechoso pensamiento no produce en vosotros los saludables efectos que pro- ducia en David , y en cuantos sériamente meditan en la eternidad? Ay! Yo para qué lo pregunto, cuando todos lo estamos viendo? No se piensa en la eternidad. Sí, señores : Et non est qui recogitet in corde. (2) Por qué aquel hombre procura con tanto empeño sus ascensos para unos dias tan cortos, y no dá un paso para su felici- dad en unos años eternos? Ya lo he dicho: porque no piensa en la eternidad : Et non est qui recogitet in corde. Por qué aquella mujer emplea tantas horas en adornar su cuerpo corruptible, que será en breve comido de gusanos en un sepulcro, y no ocupa siquiera dos instantes en adornar su alma inmortal? Ay! Yo no dudo repetirlo: porque no piensa en la eternidad: El non est qui recogitet in corde. Pues qué, la eternidad, sí, esta espantosa eternidad, no es digna de nuestros pensamientos? Ay que sí, cristianos mios! ay que si! Pero los mortales rodean el mar y la tierra, sudan, se afanan y fatigan para buscar Su comodidad temporal, y no se mueven ni dan un paso para asegurar su felicidad eterna, porque no piensan en ella: Et non est qui recogitet in corde. Venid, pues, mortales: venid á la casa de vuestra eternidad (1) O aternitas! qui te cogitat , nec penitet, aut certe fidem non habet , aut si habet, cor non habet. 5 August. in Solilog.) (2) Isai. e. LVIL, y. 1.

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