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SBRMOST SOBRE LA ETERNIDAD. Cogitavi dies antiquos, et annos eter- nos in mente habui. (Psalm. LXXVI. v. 6.) Quién dará palabras á mis lábios , pensamientos á mi discurso, Jucesá mi entendimiento, fervor á mi espiritu y celo cual correspon- de á mi apostólico ministerio para proponer en esta tarde la ver- dad mas espantosa de toda la moral del cristianismo? Este es aquel pensamiento tan lastimosamente olvidado de los mortales, y que nunca debiera caerse de la memoria de los hombres. Aquel pensa- miento admirable, que nos levanta sobre todo lo visible, nos ar- rancá el inmoderado amor de las criaturas, hace aborrecer los vi- cios é inclina poderosamente el alma á la práctica de todas las vir- tudes: aquel pensamiento pavoroso, que aterra al hombre. mas intrépido, desengaña al sábio mas presumido, humilla al soberbio mas orgulloso, apaga los ardores del deshonesto, desnuda de sus injustas riquezas al avaro, descubre los artificios de los traidores, y pone en claro los disfraces engañosos de los hipócritas: aquel pensamiento grande, á cuya vista parecen pequeños los tormentos de los mártires, las estraordinarias penitencias de los anacoretas, y hasta los montes del siglo y los collados del mundo se encorvan y desmenuzan : (4) aquel pensamiento , en fin, que no le tiene, y que vemos aniquilarse en su presencia los empleos mas lustrosos las hermosuras mas perfectas , las riquezas mas cuantiosas, y des_ aparecer como átomos imperceptibles los reinos y los imperios: aquellos años eternos que estremecian al penitente rey David y le determinaban á una entera enmienda de su vida, cuando decia: (1) Contriti sunt montes seculi. Incurvati sunt colles mundi, ab itineribus eternilatis ejus. (Prophet. Abac. c. MIL, v. 6, et 7.)
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