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eS 385 SOBRE LA RESURAECCION por un espíritu de envidia y resentimiento: están muertos los am- biciosos, que conducidos de un espíritu de dominacion, orgullo y soberbia, arrollan los mas beneméritos para los empleos, y se los arrebatan eon sus manejos y pretensiones atrevidas, haciéndose responsables delante de Dios de las injusticias con que proceden, y de los daños incalculables que ocasionan : /Vomen habes quod vivas, et mortuus es. O'¡1 cuánto aborrecen esta criminal conducta los hom- bres virtuosos! Ellos desde el momento feliz en que por divina gracia resucitaron de la muerte de la culpa á la vida de los justos, hacen bien á los que aborrecen, oran por sus perseguidores, y se portan sóbriamente consigo mismos , justamente con sus prójimos, y religiosamente para con Dios. Esta es la resurrección que Dios quiere de vosotros, amados oyentes mios. Pero tambien quiere que sea no solo verdadera, sino entera , complela y universal. HL. Tal fué la tercera señal que forma el carácter de la resur- rección de Jesucristo. No hubo gota de sangre que sacasen de su santísimo cuerpo los azotes,-los clavos, las espinas, la lanza y los demas tormentos que padeció en su dolorosísima y alropella- dísima pasion y muerte , que no se le reslituyese en su resurrec- cion. No hubo cabello que le arrancasen de su sacratísima cabeza y venerable barba, que no se le devolviese. No hubo pedazo de carne que con la multitud y crueldad de los azotes le derribasen, que no le reintegrase. Su divina Majestad vió restituir á su cuerpo todo cuanto la crueldad de los verdugos y el ódio de sus enemigos le habian robado. El sacrosanto cuerpo de nuestro amable Salva- dor Jesus resucitó con toda su integridad. Entero, completo y uni- versalmente perfecto , sin faltarle un solo cabello , como he dicho; y asi salió del sepulcro refulgentísimo y glorioso: Opporlet filium hominis multa pati... et occidi, el tertia die resurgere , dice el Evan- gclista San Lucas. (1) Asi como convenia que Jesucristo padeciese en sus oidos con las blasfemias que le decian, las calumnias que le levantaban, y los improperios que oia: en su boca con la hiel y vinagre que por bebida le suministraban : en sus ojos con los des- precios y burlas que le hacian : en sus piés, en sus manos, en su cabeza y en todo su cuerpocon los azotes , las espinas, las bofeta- das, los clavos y la cruz: asi como convenia que padeciese en sw entendimiento con la vista de nuestras ingralitudes;.en su voluntad y corazon amando á unos rebeldes y obstinados: Sic op- (1) Luce, c. IX, v. 22.
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