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DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. 3771 estrema que padeciamos de un Redentor. Hoy con estos mismos san- tos designios sedesnuda de luto y se viste de alegría : suspende el llanto que la ocasionó la muerte de su Esposo, y se llena de un es- piritual regocijo por su gloriosa y triunfante Resurreccion. Hoy oma- tiendo las tristes lamentaciones, y conmutándolas p or alegres ale- luyas, pregunta á todos, como al ángel á las Marias: Quid queri- tis vivenlem cum mortuis? Surrezit, non est hic. (4) Por qué buscais entre los muertos el que está vivo? No busqueis, les dice, entre las oscuridades del sepulcro al que ha resucitado de entre los muer- tos. Miradlo bien con vuestros mismos ojos, y vereis vacio el sitio en que le sepultaron. Hoy como arrebatada de este gozo nuestra Santa Madre la Iglesia, pregunta á María Magdalena, Dic nobis Maria, quid vidisti in via? Fervorosa María Magdalena, que con anta diligencia madrugaste antes del dia para visitar á tu amable y amado Jesus, á quien creíais difunto. dinos lo que has visto en el sepulcro. He visto, responderia aquella fiel discipula del Señor, he visto el sepulcro abierto, he visto la sábana y el sudario en que habian envuelto el difunto cuerpo del Señor: he visto los ángeles que me decian que habia resucitado glorioso para nunca mas mo= rir: he visto que no estaba en el sepulcro el venerable cuerpo del Señor: Sepulcrum Christi viventis, et gloria vidi resurgentis: Angeli: cos festes , sudarium , el vestes. (2) Estas palabras podemos oportunamente dirijir á esa clementisi- ma Madre de nuestro Redentor, que tan temprano hemos visto sa- lir por esas calles. Aflijidisima Señora, que toda la semana pasada habeis estado sumergida en un mar inmenso de dolor, cómo ahora os vemos toda renovada, llena de gozo, y como absorta por el su= mo contento de vuestra purísima alma? Dic nobis Maria, quid vi- disti in via? Que habeis hallado que tanta alegría ha causado en vuestro corazon? Qué habeis visto, Señora? Qué os ha acontecido? Busqué, diria, como esposa amante , como madre cuidadosa, como hija diligente, al que ama mi alma. Y qué, dulcísima Madre mia, le habeis hallado? Si le hallé, responderia. Hallé al que ama mi alma : al Hijo de mis entrañas, al Hijo del Eterno Padre,, al Reden- tor del mundo, al Mesías prometido, al vencedor de la muerte, del infierno y del pecado. (3) Le he visto, no con un cuerpo desgarrado 1) Luce.c. XXIV, v.5et6 (2) In Sequentia Sacrosancti Sacrificii Misa in Pasc. 3) Per vicos, et plateas quesivi quem diligit anima mea. Paulu-

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