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SARAMOST SOBRE LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO REDENTOR JESUCRISTO, —A LUNA — Quomodo Christus surrexit á mor- tuis per gloriam Patris , ita et nos in novitate vite ambulemus. (Epist. Div. Paul. ad Rom. c. VI, y. 4.) La Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, esta tierna Madre de todos los fieles, cuya fé nos salva, y cuyos saludables preceptos nos justifican : esta piadosa y sábia Maestra procura es- citar en nosotros diferentes afectos análogos y conformes á los sa- crosantos misterios que en el discurso del año celebra, y nos pro- pone como objetos de nuestros religiosos cultos. Unas veces escita en nuestras almas afectos de admiracion , representándonos ya el adorable é incomprensible misterio de la Santísima Trinidad en la unidad de la Divina esencia: ya la Encarnacion del divino Verbo en las purísimas entrañas de una Virgen: ya la venida del Espíri- tu Santo al mundo en forma de paloma , como en el Jordan, ó en figura de lenguas de fuego, como en el Cenáculo , en que estaban congregados los apóstoles, con María San tísima y Otros fieles: ya el venerable sacramento de la Eucaristía, en el que consideramos y creemos aquella maravillosa transustanciacion del pan y el vino en cuerpo y sangre de Jesucristo: otras veces mueve nuestro co- razon para los saludables efectos de una tristeza santa, propo- niéndonos los dolorosos misterios de la pasion y muerte del Señor, para que este dolor, esta pena y este fructuoso sentimiento nos conduzca al aborrecimiento de nuestros pecados, al agradecimien- to de las divinas misericordias, y á la mayor perfeccion y santi- dad de nuestra vida. Asi lo hemos visto en esta semana inmediatamente pasada, en que todo ha sido luto, lamentaciones y tinieblas, para que conoz- camos las que cubrian la tierra antes de la re dencion, y la necesidad

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