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DE MARIA SANTISIMA. 373 mente todos los aposentos de su humilde casa, no dejaria en toda ella sitio alguno que no honrase con sus lágrimas , po r haber sido consagrado con la presencia de su Hijo Jesus, Dios y hombre ver- dadero. Lleno su espíritu de tristes imágenes, y fecun dos sus pen- samientos de especies dolorosas , recorria con la imaginacion todos los lugares donde su Hijo habia estado y padecido algun tormento, y veia en ellos toda la série de su dolorosisima pasion. Repasaba en su entendimiento que las impias y sacrilegas intenciones de Ju- das le vendian y entregaban á los judíos : como estos le prendian y ataban: como con repetidas contumelias le aflijian: como abo- feteaban y escupian en aquel hermoso y divino rostro, en que de- seaban mirarse los ángeles: como le azotaban y coronaba n de espi- nas con la crueldad mas furiosa é inaudita: como le hacian llevar hasta el Calvario la sacrosanta cruz en que le clavaron en el dia mas solemne, ante el concurso mas numeroso , €n la córte misma, en el lugar de los ajusticiados, entre los lamentos de los qu e le llo- raban, entre los oprobios de los que le escarnecian, entre los in= sultos de los envidiosos, entre las complacencias de los que le mal- decian , y entre las irrisiones de los que le despreciaban. Esta in- numerable multitud de oprobios, irrisiones, calumnias, de sprecios, afrentas, clavos, cruz, lanza , penas, dolores y muerte , era toda la triste compañía de nuestra amable Reina en su amarguísima so- ledad. Sola quedó cuando espiró su Hijo en la cruz: pero tenia el consuelo, aunque débil, de mirar su cuerpo ya que le faltaba su alma. Sola quedó cuando le soltó de sus brazos por haberse des- prendido aún del cuerpo de su amado para entregarle al sepulcro; mas entretanto logró el alivio, aunque pequeño, de estrecharle entre sus brazos y acercarle á su corazon; pero ahora en esta ler- cera y última soledad , ni tenia el alma, ni poseia el cuerpo de su amado, y solo esperimentaba en el espíritu tristezas inconsolables y afectos dolorisimos: en su entendimiento ideas de afliccion, en su memoria recuerdos penetrantes , en sus ojos objetos melancólicos, en sus oidos las contumelias é irrisiones, en su paladar la hiel y vi- nagre que ofrecieron á su amado para apagarle la sed, en la cabe- za las espinas, en los piés y manos los clavos, en los hombros la cruz y en el corazon la lanza. Modo ludibria,, dice el devoto padre San Bernardo, Modo crucis angaria, modo clavorum vulmerá, modo mortem, mortem autem crucis . amaro corde oppro briosam filis sus passionem revolvebat. En suma, amado pueblo mio, María Santí- sima Señora nuestra quedó en la mas triste , en la mas profunda y

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