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DE MARIA SANTISIMA. 357 y en los profetas, al Hijo del Eterno Padre: á Jesus Nazareno, rey de los judíos, que es todo lo escrito que se lee sobre su sacratísi- ma cabeza, y toda la causa que ha hallado la envidia para que muera. Veriamos aun mas , amados mios: veríamos al pié de la cruz en que pendia Jesucristo, constante y conforme con los decretos divinos, á su amable Madre: á la Madre de Dios. que le dió el sér de hombre : a la Madre de los hombres, á quienes recibió por hijos de su adopcion; á la Reina de los ángeles, á quien sirven, obede- cen y adoran; veríamos, en fin, á María Santísima, emperatriz del cielo y dela tierra, en la mas amarga soledad. Posuit. me de- solalam, tota die merore confectam. Sola veríamos á la Señora de todas las naciones, á la llena de todas las gracias, á la bendita en- tre todas las mujeres , á la mas pura de todas las vírgenes. Vería- mos.... Pero cielos, qué es esto? Sabemos que Dios ha muerto, y que su Madre ha quedado en la mas dolorosa soledad, y vivimos sobre la tierra? Las piedras se rompen, los monumentos se abren, la tierra con espantosos sacudimientos se estremece, el cielo se enluta, el sol se eclipsa, la luna se oscurece, y aun las criaturas insensibles por su naturaleza hacen sentimiento en la muerte de su criador y en la soledad de su Madre; y el hombre no se ávergon- zará de llamarse sensitivo y racional, cuando sabiendo que Dios muere y que padece la muerte por darle á él la vida, no forma sentimiento, ni el corazon se le oprime con el dolor y el llanto? Oh grande insensibilidad de los miserables hijos de Adan, digna de llorarse con lágrimas de sangre? Cómo podremos tratar dig= namente de vuestra amarga soledad, oh dulcísima Madre nuestra, cuando nosotros aumentamos vuestro tormento con nuestra torpe ingratitud? Si en vos cupiera indignacion, podríais tenerla mus grande con las tristes almas de los pecadores que aumentan vues- tras penas cuando multiplican sus culpas ; pero acordaos, Señora, que como ministro de vuestro Santísimo Hijo vengo á vuestra pre- sencia para interceder por ellos. Recordare quod steterim in cons- pectu tuo , ut loquerer pro eis bonum. No puedo persuadirme á que falien en mi auditorio almas justas que tiernamente os amen, que os veneren y acompañen con la mas viva fé y fervorosa devocion en vuestra triste soledad. Merezcan, Señora, los fieles corazones de los justos que se temple la indignacion de vuestro Hijo para con los pecadores: Ut averteret indignationem suam ab eis. Y para que los justos perseveren en la gracia, y los pecadores
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