BCCSAL000549-A-09000000000000

DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. 355 palabras del Señor. En breve se os dirá: Consummatum est , 90 han acabado vuestras tribulaciones , vuestros trabajos, vuestras penitencias, vuestras lágrimas; todo se acabó, y vais á empezar una eternidad de contentos, dichas y felicidades que durarán para siempre. Pero ay, hermanos mios! Jesucristo ha llegado al término de su vida, é inclinando la cabeza, entrega su espíritu en manos de su Eterno Padre. El cielo en aquel triste momento se enluta, la tierra se estremece con horribles sacudimientos, el velo del tem- plo se rasga, las piedras se parten, los peñascos se hienden , los sepulcros se abren, los cuerpos de muchos justos resucitan , el sol se eclipsa, y una negra nube cubre de horrorosas tinieblas toda la tierra. Qué es esto, cristianos mios ? Qué ha de ser, responde un filósofo de Atenas , que despues fué un gran santo . que la máqui- na del mundo se destruye, ó el autor de la naturaleza ha dado el último suspiro. Sí, señores: Et inclinato capite emissit spiritum. Murió verdaderamente Jesus Nazareno, rey de los judíos , por la gloria de su Eterno Padre, por la redencion del mundo, por el establecimiento de la ley de gracia, por la publicacion del Evan- gelio. Murió el Rey , llorad , vasallos, la falta de tan poderoso y magnífico Protector : murió el Maestro, llorad , discípulos, la pér- dida de quien tantas palabras de vida eterna escuchábais : murió el Capitan, llorad, soldados, que rodeados de formidables enemi- gos, estais á cada paso en el mayor peligro de ser vencidos: murió el Piloto , llorad, navegantes, que en el encrespado mar de este mundo padeceis tantas tormentas: murió el Padre, llorad, hijos, vuestra orfandad y desamparo: murió el Esposo de las almas pu- ras, llorad, esposas, su pérdida con amargas lágrimas : murió Jesus, Hijo de María Santísima , dejando á su Madre en la mas sen- sible y dolorosa soledad, loremos todos la muerte del Hijo y las penas de su Madre. Murió Jesus, Hijo del Eterno Padre , lloremos todos los pecados que han sido causa de esta muerte : lloremos los pecados con lágrimas de verdadera contricion, para que el Eterno Padre los perdone por la sangre y méritos de su Hijo: lloremos los pecados por ser ofensas de un Dios infinitamente amable; y diga- mos partiendo de dolor nuestros corazones : Señor mio Jesucris- to, ete.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz