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338 SOBRE La PASION que perezcais á cualquiera costa y por todos los medios mas injus- tos y abominables. No veis cómo van recibiendo la disposicion tu- multuaria y desordenada de esos testigos falsos que se presentan? Uno dice que sois blasfemo: otro que prohibís pagar los legítimos tributos: otro que reedificareis el templo de Jerusalen en tres dias: otro dice que os llamais Hijo de Dios, otro asegura que revolveis los pueblos. Todos hablan, y ninguno conviene en su declaracion con el otro: eran testigos falsos, y por eso no concordaban entre si: Non erant convenientia testimonia. Callad, Señor, entre tantas contradicciones, porque la primera palabra que hableis os costará la vida. Con efecto, viendo el perverso pontífice que todas estas calumniosas declaraciones nada probaban contra Jesus, se levantó enmedio de todos, y le dijo : De parte de Dios vivo te pregunto que lisa y llanamente me respondas : eres Hijo de Dios? En oyendo el Redentor este altísimo y divinísimo nombre, por reverencia de él y por dar testimonio de la verdad, rompió el silencio que hasta allí habia guardado, y respondió lisa y llanamente, que él era Hi- jo de Dios verdadero. Apenas escuchó el pontífice eslas palabras, en vez de postrarse con la mas profunda reverencia delante de aquel Hombre-Dios, rasgó sus vestiduras arrebatado de. furor, y esclamó : Blasfemavit. Lo habeis oido? Qué necesidad tenemos de mas testigos ? Qué pensais en vista de esto? Reus est morlis , res- pondieron todos. Pero infeliz pontífice, á quién preguntas sobre la suerte de Jesus? A estos impíos vendidos al pecado; ó preguntas á la posteridad ? Ay de tí! Los siglos futuros juzgarán quién es el que ha blasfemado, Caifás 6 Jesucristo. Los siglos futuros verán que rasgando tus vestiduras contra la prohibicion hecha al sumo sacerdote en el Levítico, te has despojado , sin saberlo, de los or- namentos pontificales: has perdido el derecho de volverlos á vestir, has demostrado públicamente, sin comprenderlo, la abrogacion de la ley antigua, el fin del viejo Testamento, y la abolicion perpé- tua del sacerdocio entre los judíos. Los siglos futuros te mirarán con tanta indignacion como desprecio, por ser á un mismo tiempo 1es- tigo, juez y acusador en la causa del mas santo de los hombres. Ellos adoran como Dios, al que tu tratas de blasfemo. Esa blasfe- mia“que tu supones, será dichosamente la religion de todos los pueblos. Todos los tiempos, todas las edades Le verán con execra- cion, y el voto unánime de los que contigo condenan á Jesus por digno de muerte, será justamente abominado de todas las naciones venideras: Reus est mortis.
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