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426 SOBRE LA PASION se descubren los misterios que anunciaron la muerte del Autor de la vida, del Unigénito del Eterno “Pádre y de María Virgen: hoy aquel gran Dios eterno y soberano, que con su virtud omnipotente crió todas las cosas: aquel gran Dios que formó de la nada esos hermosos cielos con sus estrellas, y los dos admirables Océanos de luz, el sol y la luna: aquel Dios que produjo los elementos, y de- posiló enellos las aves, los peces, los animales , lasplantas, flores y frutos: aquel Dios que con su soberana providencia rige y gobier- na el universo, aquel Dios que tiene colgada de sus dedos, la redondez dela tierra, y que con mirar severo hace temblar las columnas del firmamento; este: gran Dios vestido de la humana naturaleza por un puro efecto de su infinito y escesivo amor, á los:treinta y tres años:de su edad: álos.cinco mil doscientos treinta y dos de la creacion del mundo, segun el cómputo de la Iglesia Ro" mana : á los dos mil novecientos noventa y uno del diluvio universal: á.los mil quinientos cuarenta. y cuatro. de, la: salida de.los hijos de Israel de Egipto: al cumplirse las misleriosas semanas de Daniel: en el año diez. y ocho del impario de Tiberio César;, un viernes á los veinte y cinco de marzo ,.sobre un monte. de Jerusalen,.eome- dio de innumerable gente, clavado en.una cruz por..el pecado de] hombre, por redimirle de la cautividad del demonio, por librarle de la muerte eterna, por la redencion del género humano, con «la mas sensible demostracion de las criaturas insensibles, oscurecién- dose el sol, abriéndose los sepulcros , rompiéndose los peñascos, rasgándose el velo del templo, en medio de dos.ladrones, adorado de unos, blasfemado de otros, con «asombro de los ángeles ,: con espanto de los demonios, y por el remedio de los hombres muere Jesus: Pro omnibus mortuus est Christus. Este es el triste y doloroso objeto que hoy nos presenta anega- da ensentimiento la santa Iulesia. Mas: para qué , amados. mios, nos le presenta? Qué fin tiene en representarnos anualmente la pasion y muerte de nuestro dulce Redentor ? Será acaso el arran- car.de nuestra tibieza algun suspiro, y de nuestros ojos. algunas lágrimas ? Si. es asi lloren los cielos, sienta la tierra, lamentad hombres la muerte del Criador de todo. Pero, cristianos, es: me- nester que esas lágrimas no sean nacidas de una compasion pura= ments natural. Entonces nos espondriamos á que nos. dijese su Majestad lo mismo que á las piadosas mujeres de Jerusalen. que se compadecian y lloraban al mirarle en una situacion tan triste y dolorosa. No querais llorar por mi, las dijo el Señor, sino llorad por
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