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PLATICA DE LA PENITENCIA 301 minado á dar satisfaccion y castigar en mi cuerpo mis delitos. Pre- parado estoy á recibir los azotes para satisfacer á vuestra justicia y lavar las manchas de los pecados que cometí contra mi Dios y Señor : Ego.in flagella paratus sum. Este dolor de haberos ofendi- do, este sentimiento de haber pecado, me atormenta á todas horas, me acompaña por la noche y por el dia y siempre le miro presente dentro de mi allijido corazon: Ef dolor meus inconspectu meo semper. Este admirable ejemplar os presento, amados hermanos mios, para que os sirva de modelo en el penoso ejercicio de vuestra mor= tificacion. De esta suerte os quiero preparados y dispuestos como David para dar satisfaccion por vuestras culpas, sin llegarme a persuadir que otra intencion os conduce, ó que otro fin os mueve; porque seria irritar á Dios mas que aplacarle. Lejos de vosotros todo otro modo de pensar menos arreglado y cristiano. Un alto co- nocimiento de haber ofendido á Dios, una detestacion universal de vuestras culpas, y un deseo ardiente de satisfacer por ellas, ha de ser el que dé inrpulso á vuestra fervorosa penitencia. Temed, si nó, que el Señor diga que ignora vuestra disciplina: Congregala suni super me flagella, etignoravi. Reflexionad que siendo Dios.la sabi- duría suma, la sabiduría infinita, la sabiduría por esencia , en cu= ya adorable presencia están patentes todas las cosas hasta los pen= samientos mas ocultos del corazon humano, y decir que ignora vuestras disciplinas, vuestras mortificaciones y penitencias, es advertiros que no las quiere, que no le agradan ni las acepta, por. que no van dirijidas á implorar la divina misericordia, y satisfa- cer por-las pasadas culpas: Congregata sunt super me fiagella, el ignoravi. Para que esta desgracia no os suceda, para que vuestros trabajos tengan mérito , y sean agradables al Señor, procurad ¡mi- tar al penitente Rey David, y desde lo interior de vuestro espiritu clamad al Señor en silencio de esta suerte: Altísimo y Dios Eterno, que de la nada nos criaste á vuestra imágen y semejanza, que dis- pusiste que naciósemos en medio del cristianismo, cuando al mis- mo tiempo produjo vuestra omnipotencia otras muchas almas en lo mas apartado y remoto de la fé: vos, Señor, que en el sagrado bautismo nos concedísteis vuestra gracia, nos fortificásteis en ella por el sacramento de la Confirmacion , perdonásteis nuestros pecados personales por el de la Penitencia, nos alimentásteis con vuestro propio cuerpo y sangre en la sagrada Eucaristía , y nos re- servásteis para la última pelea la uncion santa, para fortalecer nuestro espíritu y aliviar nuestro cuerpo contra el comun enemigo:
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