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236 SOBRE LA NEGACION Este santo temor de Dios y de sí mismo que debe acompañar al soldado cristiano en sus acciones , se funda en la falta de segu- ridad que el hombre tiene mientras vive. Ciertamente no sabe este sin especial revelacion si está en amistad d2 Dios ó en su desgra-- cia, si es digno de ódio 6 de amor: /Vescit homo utrum amore an odio dignus sit. (4) Estas palabras del Espíritu Santo han hecho temblar á los santos de la primera magnitud. Pero aun cuando ahora supiéramos de cierto que somos amigos de Dios, que esta. mos en su gracia, que le amamos con todo el corazon y que él nos ama, quién nos podrá certificar de nuestra perseverancia en el bien hasta la muerte? Nosotros rodeados de enemigos, aflijidos de innumerables tentaciones del demonio, del mundo y de nuestros desordenados apetitos: nosotros débiles sobremanera, y espuestos * á tropezar y caer á cada paso, seremos por ventura mas constan- tes en el bien que Saul, Salomon, Judas y otros muchos? Si ellos adornados de humildad, de sabiduría y de otros grandes be- neficios del Señor, faltaron á la justicia, se estraviaron del camino de la virtud en que habian andado algunas jornadas, y misera- blemente se perdieron, quién nos asegura nuestra fidelidad hasta el término de nuestros dias? Ay! Qué incertidumbre tan digna de temerse ! Nos salvaremos ? Nos perderemos eternamente? Esta for- midable contingencia hace vivir crucificados con el temor á cuantos la consideran, sea que vivan en los monasterios mas retirados, sea que habiten en las córtes de los mayores príncipes. Por eso es bien- aventurado el hombre, dice el Señor, que siempre está acompa- ñado del temor santo. Bienaventurados todos los que temen á Dios y observan sus divinos mandamientos , porque de este modo nada les podrá dañar. El temor de Dios resolverá acertadamente sus du- das, los consolará en sus tristezas, los alegrará en sus desconsue- los , y los dirijirá en sus caminos: Quoniam nihil deest timentibus eum. El temer de Dios los mantendrá en sus buenos propósitos, los fortificará en sus resoluciones, y los defenderá en las tentaciones de sus enemigos: Quoniam nihul deest timentibus eum. El temor de Dios les servirá de báculo en los resbaladeros, de agua en la sed, de pan en el hambre, de vestido en la desnudez, y de medicina en la enfermedad : Quoniam nihil dees timentibus eum. Sí, mis ca- risimos oyentes , es menester que tome la primera leccion del te- mor de Dios el que quisiere llegar á la sabiduría de los san- (1) Ecelesiastes, e. IX. v. 1.

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