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E 280 SOBRE LOS DOLORES oh amantísima y dulcísima Madre , que nuestros corazones se enar- dezcan, se abrasen en el amor de tu hijo Jesucristo; y en la tier- na y virtuosa compasion de tus dolores: Fac ut ardeat cor meum in amando Christum Deum , ut sibi complaceam. Pero ay pecadores de mi alma ! Estais vosotros con estos tier- nos y virtuosos sentimientos ? Vosotros que há tantos años que lle- vais la pesada cadena de vuestros vicios , sin pensar sériamente en romperla con la enmienda de vuestra vida? Cuándo esperais que se os presente ocasion mas favorable? Vosotros veis que los mis- mos que estaban en el Calvario, los mismos que blasfemaban de Jesucristo , los mismos que le crucificaban, se yuelven á la ciudad dándose golpes en el pecho por la fuerza de su dolor y confesando á voces que era Hijo de Dios el que habia muerto, y 0s empeña- reis en vencer con dureza á los mismos que quitaban la vidaal Sal- vador? Veis que el sol se enluta, que la tierra tiembla , Que las piedras se parten, que se abren los sepulcros , que se rasga el velo del templo , que las criaturas insensibles muestran sentimiento en la muerte de su Criador; y solo vosotros , por quienes Dios pade- dece y por quienes la Vírgen se compadece, no dais muestra de sentimiento? Oh dureza incomprensible! Oh monstruosidad de la ingratitud mas detestable! Qué os falta , pues , pecadores enveje- cidos en la maldad, sino que tomeis la lanza de nuevas culpas en este santo tiempo , y aunque veais muerto á Jesucristo y separada de su cuerpo su alma benditísima , le partais con ella el Corazon, traspasando al mismo tiempo el alma de su Madre. Llega jóven li- bertino , acércate casado impuro, ven hombre injusto, congregaos pecadores para precisar á la Virgen á agotar hasta las heces de] mas amargo cáliz de su dolor, en la lanzada que traspasó el pecho de su Hijo amado despues de muerto. Corred, no os detengais, acercaos armados del furor y de la rabia contra Jesucristo y su Madre. Pero no, pecadores de mi alma, no os abalanceis á una crueldad tan bárbara. Respetad la santidad de este tiempo , la san- tidad de los misterios que en él se celebran, la santidad de las al- mas que concurren al templo para adorar á Dios en espíritu y ver- dad, agradecer sus misericordias, temer sus castigos y esperar sus recompensas. Desterrad de vosotros los pecados y uníos en espíritu á la santa congregacion de los fieles. Llorad en su compa- Ñia por vosotros y vuestras culpas, ya que no lloreis por la pasion y uerte de Jesus, y los dolores de su Madre María Santísi- ma. Llorád con lágrimas: de verdadera contricion vuestros desór-
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