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he 254 DE LA MUERTE DEL JUSTO vida, como premio debido á la humildad de corazon, á la viva fé, á la caridad ardiente, á la modestia edificante, á la paciencia inal- terable , al constante trabajo, y á los santos ejercicios de la piedad y religion en que con su gracia me he ocupado. Opera enim illo- rum seguntur illos. La memoria del cumplimiento de mis obliga- ciones para con Dios, para con el prójimo, y para conmigo mismo, me llena de consuelo, y me conduce á bendecir las grandes mise- ricordias del Señor que me apartó de los pecados, me separó de las malas ocasiones, me libró de los peligros, y me predestinó desde la eternidad haciéndome conforme á la imágen de su unigé- nito hijo Jesucristo. Qué paz esta tan estimable! Qué sosiego tan dulce! Qué estado tan envidiable! Con cuánta razon decia San Pa- blo: lec est gloria nostra , testimonium conscientiz nostre! Vamos un poco prácticos si quereis llegar hasta la evidencia de esta verdad. Reflexionad sobre el feliz estado de una casta y pura doncella en la hora de la muerte, y vereis como su memoria la re- presenta aquella vida sencilla , uniforme é inocente que observaba en la casa de sus padres. Aquel cuidadoso retiro de los bailes , de los teatros, de las romerías, de los juegos, de las amistades, de las galas y de la ociosidad, en que otras muchas hallaron el esco- llo de su pureza, la ruina de su inocencia y la muerte de su alma. Perambulaban in innocentia mea in domo patris mei, podrán decir con David. Nosotras , obedeciendo á nuestros padres , no separán- donos de la vista de nuestras madres, aplicándonos á las ocupacio- nes domésticas, y ofreciendo á Dios por medio de la oracion senci- la, humilde y frecuente nuestras almas y nuestros cuerpos con todos los sentidos y potencias , pasamos una vida inocente, una ju- ventud virtuosa; agenciamos grandes méritos en pocos años, y ahora colocadas á la puerta de una dichosa eternidad, esperamos tranquilamente la dulce posesion y amable compañía de nuestro esposo Jesucristo, Ideo reposita est mihi corona justitie. Con cuánto gozo de sus almas verán las mujeres casadas á la hora de su muerte su inviolable fidelidad á las sacrosantas leyes del matrimonio : su amor, su respeto y su obediencia á su marido: el cuidadoso esmero de apartar de su casa todas las ocasiones de las desavenencias domésticas, que tan desgraciados hacén- otros muchos matrimonios: la vigilante instruccion y crianza de los hijos para que sean unos ciudadanos virtuosos y unos cristianos irre- prensibles: el ejemplo edificante que daban á su familia de todas sus virtudes: su cortesía, su afabilidad y buen trato con los veci-
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