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Y DEL PECADOB. 243 profunda. Asi como los justos y los pecadores fueron diferentes en la vida, lo serán tambien en la muerte. La del justo, á quien to pasado , lo presente y lo porvenir le consuelan, qué muerte tan preciosa! La del pecador, á quien lo porvenir, lo presente y lo pasado le atribulan, qué muerte tan pésima ! Pretiosa in conspectu Domini mors. Sanctorum ejus. Mors peccalorum pessima. La me- moria de lo pasado representándole al pecador los desórdenes á que se entregó, los pecados que cometió, y las virtudes que pudo practicar , y que criminalmente omitió, le atormentarán el alma: el dolor de lo presente, al mirarse abandonado de sus riquezas, de sus empleos, de sus placeres, de sus parientes, y de todas las de- mas cosas de la tierra y del cielo, leaflijirá el corazon: el castigo destinado á los delitos, y la duracion eterna de los tormentos le despedazarán las entrañas con los remordimientos mas crueles. Lo pasado le representará pecador, lo presente le constituirá abando- nado, y lo porvenir le arrojará en la desesperacion mas triste y mas funesta; y todo junto hará su muerte muy mala: Mors pecca= lorum pessima. Por el contrario en el hombre virtuoso. Todos los tiempos se reunen á lo último de su vida para formar su verdadera felicidad. Lo pasado, lo presente, lo futuro , todo le alivia, todo le consuela. Lo pasado con la memoria de sus virtudes , practicadas con la gracia del Señor: lo presente con la cierta esperanza: de un galardoneterno: lo porvenircon la seguridad de la posesion de Dios. Qué muerte tan dulce! Qué muerte tan preciosa! Cómo podrá mo- rir descontento quien muere santo? Prefiosa: in conspectu Domini mors Sanctorum ejus. Aquí teneis delineado el asunto de que vengo á hablaros en es- te dia. Qué feliz seria yo si con la viva representacion de la muer- te amarga de un pecador, consiguiera la reforma de las costumbres viciosas de los hombres! Qué bien empleadas serian mis fatigas, si á la vista de la muerte dulce de los justos se determinasen los hom- bres á vivir irreprensibles! Mi Dios, grande en vuestras miseri- cordias , magnífico en santidad , infinito y eterno en vuestras ado- rables perfecciones, que bajasteis de los cielos á la tierra para la salud de los hombres, haced, ó amable Jesus, que yo hable y viva de manera que pueda contribuir á la verificacion de vuestros so- beranos designios. Nada soy, nada valgo, yo lo confieso , pero qué poderosa es la nada en las manos del Omnipotente! Haced, Se. ñor, que mis palabras, por el auxilio de vuestra gracia, lleguen hasta el corazon de mis amados oyentes, para que los pecadores
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