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ruraren 9 SARMOS DE LA MUERTE DEL JUSTO Y DEL PECADOR. —ALUNIOA— Mors pecatorum pessima. (Psalm. XXXII, v. 22.) Pretiosa in conspectu Domini mors Sanctorum ejus. (Psalm. CXV. v. 15.) Es un principio generalmente recibido que cuando las cosas son clara y manifiestamente ciertas , no necesitan de prueba algu- na. Se emplearía inútilmente el tiempo en demostrar lo que tocan indubitablemente los sentidos, lo que percibe la razon con toda certidumbre, y lo que el alma conoce con la claridad mas indis- pensable. Su misma verdad evidentemente entendida las exime de aquellas averiguaciones y pruebas que deben sufrir las cosas du- dosas , ó que se deducen de los primeros principios por interrum- pidos y dilatados raciocinios. La muerte, amados oyentes mios, el término de nuestra vida, la separacion de nuestra alma y nuestro cuerpo , me parece seguramente de esta clase. Hemos nacido? Vi- vimos subre la tierra? infaliblemente moriremos. Esta es una ver- dad notoriamente cierta, que cada dia tocan los sentidos, que confiesan todos los pueblos, y publican todos los lugares y todos los siglos desde el principio del mundo. No hay efugio, no hay ter- giversacion, ni dudas, ni opiniones en esta verdad. Los sábios y jos ignorantes, los pobres y los ricos, los vasallos y los reyes , los jóvenes y los ancianos: en suma, todos pagaremos este tributo á la muerte en el término de nuestra vida. Por el pecado entró la muerte en el mundo: todos pecamos , todos inevitablemente mori- remos: Stipendia peccati mors. Pero cómo moriremos ? En pecado mortal, ó en gracia de Dios? Será nuestra muerte como la de los justos , 6 como la de los pecadores? Ay! Esto es lo incierto: eslo lo dudoso: esto lo -que debemos considerar con la atencion mas

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