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Y LA DUREZA DEL CORAZON. 241 tra grey. No Señor, no ha de ser asi: Revertere, reverlere , ut in tueamur le. Vuelve, Señor. vuelve tus ojos á tus ovejas, no nos desampares: míranos, atiendenos Óyenos. Almas, almas, clamad, gemid,-llorad paraque Dios no se aparte de vosotras. Christe au- di nos, Christe exaudi nos. y Vedle aquí pues pronto al clamór de vuestro llanto: vedle com- pasivo oyendo vuestras lágrimas : vedle tierno á vuestros gemidos. Cómo era posible , dulce dueño- mio. que vuestras piadosas en- trañas no atendiesen á las voces de vuestros hijos? Ah Señor, y si nosotros tuviéramos tán Vivas ánsias para buscaros como vos teneis deseos de recibirnos ! Qué dichosos. y qué felices seríamos! Pero ya qué esta vez logramos ténéeros , no os cejaremos hasta que nos deis vuestra santa bendicion, hasta que nos perdoneis nuestros pe- cados; hasta que firmemos con vos unas paces sempiternas. Si quereis llantos, si quereis gemidos, si quereis lágrimas , yo deseo que mis ojos sean dos rios, dos mares, dos diluvios para llorar noche y dia mis desarreglos. Quisiera, Señor, que se me partiera el corazon de dolor de haber ofendido á vuestra Majestad. Quisie- ra que mis gemidos ablandáran los bronces, enternecieran los már- moles, liquidáran los peñascos, y que mi corazon, hecho pedazos de sentimiento, se saliera por los ojos pidiendo misericordia ,, y di- ciendo con todas sus fuerzas, su aliento y su voz: Señor mio Jesu- cristo , elc.

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