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SRMMOS SOBRE EL DESAMPARO DE DIOS Y LA pUREZA DEL CORAZON. A Curavimus Babylonem, et non est sanata: derelinguamus eam. (Jerem. c. LI, y. 9.) Si yo me presentase esta tarde á vuestra vista para anuncia- vos prosperidades y dichas, daria principio al sermon con pala- bras de alegría y regocijo: si viniese á prometeros larga. vida, tiempos propicios y cosechas abundantes , prorrumpiria al instan- te mi corazon con espresiones de sumo gusto y consuelo: si os anunciára una próspera paz. una Luena muerte, el perdon de vuestros pecados y la felicidad eterna, quién duda que correspon-. derian mis voces al contento de tan superior felicidad? Aun si os hubiese de amenazar con la total destruccion y pérdida de vues- tros bienes, bastaria presentarme á vuestros ojos despojado y des- nudo como Isaias (c. XX): bastaria dejarme ver cargado de cade- nas como Jeremías(c. XXVII), para daros á entender el gravísimo mal del cautiverio; y tambien seria bastante para anunciaros una hambre horribilísima, retirarme con Ecequiel (c.IV ) á ayunar cuarenta dias sin mas alimento que pan acompañado del fimo de los bueyes. Pero nada de esto alcanza para daros á entender el gravísimo mal que amenaza á los pecadores. Noson pestes, ham- bres, guerras: no la pérdida de la hacienda, la libertad ó la hon- ra: es un mal sin comparacion mayor: es el mas grande castigo que puede Dios dar á un alma, pues comprende todos los males temporales y eternos. Tales, fieles mios, tal es la amenaza que os hace hoy por mi boca Jesucristo: Curavimus Babylonem , et non A ' A e a

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