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Á LOS: ENEMIGOS, 215 eterno intierno. Nada hay mas puesto en razon: Nada mas justo, que el virtuoso tenga premio y sea castigado el pecador. Ahora, pues, hermanos mios, esta sentencia que para todos los hombres, infieles, judios y cristianos, ha promulgado la razon y confirmado la divina ley del Omnipotente, os la intimo yo en particular á vosotros los vengativos. Ego autem dico vobis : diligite iimicos vestros. Dios mandó, como lo oísteis antes, y lo vuelvo á repetir ahora, que perdoneis de corazon las injurias que os hayan hecho vuestros enemigos. Dios manda que los ameis y hagais bien. Este es su precepto. Si no le obedeceis, vuestra pérdida es inevi= table, como lo vereis despues ; pero si dóciles á la voz de Dios cumplis su mandamiento, contad desde luego con el perdon de todos vuestros pecados: contad con la paz del alma, con el dulce sosiego del espíritu: contad con la adopcion de hijos de Dios en la tierra, y con la bienaventuranza del cielo. Qué premio tan estima- ble! Tan digno de un Dios que le ofrece , y deun hombre caritativo que le consigue ! Idlo escuchando. El perdon de los pecados es la primera cosa que se le promete al fiel observador de este precepto de Dios. Premio grande á la verdad, si consideramos nuestra situacion sobre la tierra. No sabe el hombre mientras vive, si es digno de odio ó de amor, si Dios no se lo revela. Esta espantosa incertidumbre aflijia 4 los.mayo= res santos. Los Pablos, los Arsenios, los Pacomios , los Hilariones, aquellos hombres que asombraron el mundo con su vida penitente y ejemplarísima, temblaban en la hora de la muerte sobre la contin- gencia de su destino eterno. Hermanos, hermanos, se decian mú- tuamente despues de muchos años de rigorosas penitencias , po- dremos ya pensar que Dios ha perdonado nuestros pecados? No: lo sabemos. Estamos ciertos de nuestras culpas; pero no tenemos la misma certidumbre del perdon de ellas. Debemos esperar en la di vina misericordia. Conocemos el precio infinito de la sangre de Je sueristo : él es muestro abogado para con el eterno Padre: él ha recibido siempre á los pecadores verdaderamente arrepentidos: pero lo estamos nosotros? Nos ha dado la gracia de conversion? Estamos en su amistad ó somos sus enemigos? No lo sabemos de cierto. Vescit homo ulrum amore an odio dignus sit. Ved, pues, que situacion tan triste es la nuestra sobre la tierra. Sin embargo, yo puedo daros una prueba cierta del perdon de vuestros pecados, sin oponerme á esta verdad eterna. Una prueba fundada en la palabra de Dios y en su infalible veracidad. Si Jesucristo manda perdonar
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